Descubri que mi obsesion de que cada cosa estuviera en su puesto, cada asunto en su tiempo, cada palabra en su estilo, no era el premio merecido de una mente en orden, sino al contrario, todo un sistema de simulacion inventado por mi para ocultar el desorden de mi naturaleza. Descubri que no soy disciplinado por virtud, sino como reaccion contra mi negligencia; que parezco generoso por encubrir mi mezquindad, que me paso de prudente por mal pensado, que soy conciliador para no sucumbir a mis coleras reprimidas, que solo soy puntual para que no se sepa cuan poco me importa el tiempo ajeno. Descubri, en fin, que el amor no es un estado del alma sino un signo del zodiaco.