Tan solo tres o cuatro veces en mis anos mozos divise fugazmente las islas de la Dicha antes de que se esfumaran en la niebla, en las borrascas, entre frentes frios, vendavales y mareas en contra... Las tome equivocadamente por la condicion adulta. Di por hecho que serian una presencia constante en mi trayecto vital y no me preocupe de anotar la latitud, la longitud, la ruta de recalada. Maldito jovenzuelo idiota. Lo que daria ahora por tener un mapa inmutable de lo veleidoso e inefable... Por tener, por asi decirlo, un atlas de las nubes.