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La existencia, como al personaje de la Nausea, se me aparecia como un insensato, gigantesco, gelatinoso laberinto; y como el, senti la ansiedad de un orden puro, de una estructura de acero pulido, nitido y fuerte. ... Y asi, nuestras busquedas, nuestros proyectos o trabajos nos quitan de ver los rostros que luego se nos aparecen como los verdaderos mensajeros de aquello mismo que buscabamos, siendo a la vez, ellos, las personas a quienes nosotros debieramos haber acompanado o protegido.