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Primeramente, !oh hijo!, has de temer a Dios, porque en el temerle esta la sabiduria, y siendo sabio no podras errar en nada. Lo segundo, has de poner los ojos en quien eres, procurando conocerte a ti mismo, que es el mas dificil conocimiento que puede imaginarse. Del conocerte saldra el no hincharte como la rana que quiso igualarse con el buey, que si esto haces, vendra a ser feos pies de la rueda de tu locura la consideracion de haber guardado puercos en tu tierra.