Sone que asistia a mi propio entierro, a pie, caminando entre un grupo de amigos vestidos de luto solemne, pero con un animo de fiesta. Todos pareciamos dichosos de estar juntos. Y yo mas que nadie, por aquella grata oportunidad que me daba la muerte para estar con mis amigos de America Latina, los mas antiguos, los mas queridos, los que no veia desde hacia mas tiempo. Al final de la ceremonia, cuando empezaron a irse, yo intente acompanarlos, pero uno de ellos me hizo ver con una severidad terminante que para mi se habia acabado la fiesta. <>, me dijo. Solo entonces comprendi que morir es no estar nunca mas con los amigos.