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Y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia. ROMANOS 6.18 El Nuevo Testamento refleja esta perspectiva, ordenando a los creyentes a someterse a Cristo completamente y no solo como siervos contratados o empleados espirituales, sino como quienes pertenecen por entero a El. Se nos pide obedecerlo sin preguntas y seguirlo sin reclamos. Jesucristo es nuestro Amo, un hecho que reconocemos cada vez que lo llamamos <>. Somos sus esclavos, llamados para obedecerlo y honrarlo humilde e incondicionalmente. Hoy en las iglesias no escuchamos mucho acerca de este concepto. En el cristianismo contemporaneo se habla de cualquiera cosa menos de la terminologia esclavo. Se habla del exito, de la salud, de la riqueza, de la prosperidad y de la busqueda de la felicidad. Con frecuencia escuchamos que Dios ama a las personas incondicionalmente y quiere que sean todo lo que ellos quieren ser, que quiere que cumplan cada deseo, esperanza o sueno. La ambicion personal, la realizacion personal, la gratificacion personal, todo esto ha llegado a ser parte del lenguaje del cristianismo evangelico, y parte de lo que significa tener una <>. En lugar de ensenar el evangelio del Nuevo Testamento, donde se llama a los pecadores a someterse a Cristo, el mensaje contemporaneo es exactamente lo opuesto: Jesus esta aqui para cumplir todos tus deseos. Equiparandolo a un ayudante personal o a un entrenador particular, muchos asistentes a las iglesias hablan de un Salvador personal que esta deseoso de cumplir sus peticiones y ayudarlos en sus esfuerzos de autosatisfaccion o logros personales. La comprension del Nuevo Testamento acerca de la relacion del creyente con Cristo no podria ser mas opuesta. El es el Amo y Dueno. Nosotros somos su posesion. El es el Rey, el Senor y el Hijo de Dios. Nosotros somos sus objetos y sus subordinados. En una palabra, nosotros somos sus esclavos.