Vejez, enfermedad, clima gris, silencio de siglos. Aburrimiento, lluvia, visillos que aislan del exterior. Fantasmas tan familiares de la calle Aribau. No hay que buscarle paliativos al drama de sus padres y al suyo propio, envejecer es un desastre. Lo logico seria que todos los que ven declinar sus vidas gritaran de espanto, no se resignaran a un futuro de mandibula colgando y babeo irremediable, y aun menos a ese brutal despedazarse que es la muerte, porque morir es rasgarse en mil pedazos que empiezan a desperdigarse vertiginosamente para siempre, sin testigos.