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Mas tarde descubrimos que lejos de ser un escollo, la admision de impotencia ante la comida nos abria la puerta a una fuente de poder insospechada. Por primera vez en la vida, reconociamos y aceptabamos la verdad sobre nosotros mismos. Somos comedores compulsivos. Tenemos una enfermedad que es incurable. Los diabeticos que necesitan un tratamiento de insulina corren el riesgo de volverse ciegos e incluso de morir, a menos que reconozcan la realidad de su condicion, la acepten y tomen la medicacion que el medico les recete. Eso mismo nos sucede a nosotros, los comedores compulsivos. Mientras nos neguemos a reconocer que tenemos esta enfermedad, extenuante, y en ultima instancia fatal, no estaremos dispuestos a seguir el tratamiento diario para la misma, tratamiento que conduce a la recuperacion. Negar la verdad lleva a la destruccion. Solo la admision sincera de la realidad de nuestra condicion nos puede salvar de nuestro comer destructivo.