Tras somera inspeccion, Jorge de Leon dictamino que el cuaderno habia sido compuesto en una lengua ajena a la cristiandad y ordeno que sus hombres fueran a buscar a un impresor llamado Raimundo de Sempere que tenia un modesto taller junto al portal de Santa Ana y que, habiendo viajado en su juventud, conocia mas lenguas de las que eran aconsejables para un cristiano de bien.