A pesar de todo, era casi un placer sufrir estos tormentos. Llevaba yo tanto tiempo arrastrandome ciego e insensible por la vida, y mi corazon habia callado ya tan largamente, empobreciendose confinado en un angulo oscuro, que hasta aquellos reproches y aquel horror que contraian mi alma eran los bienvenidos. Era, por fin, un sentimiento, un sentimiento que ardia en llamas y en el que latia un corazon. Desconcertado, sentia en medio de mi atroz miseria algo como una liberacion y esa nueva primavera.