Desde entonces no me gane un centavo que no fuera con la maquina de escribir, y esto me parece mas meritorio de lo que podria pensarse, pues los primeros derechos de autor que me permitieron vivir de mis cuentos y novelas me los pagaron a los cuarenta y tantos anos, despues de haber publicado cuatro libros con beneficios infimos. Antes de eso mi vida estuvo siempre perturbada por una marana de trampas, gambetas e ilusiones para burlar los incontables senuelos que trataban de convertirme en cualquier cosa que no fuera escritor.