!Oh princesa Dulcinea, senora de este cautivo corazon! Mucho agravio me habedes fecho en despedirme y reprocharme con el riguroso afincamiento de mandarme no parecer ante la vuestra fermosura. Plegaos, senora, de membraros deste vuestro sujeto corazon, que tantas cuitas por vuestro amor padece.