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-- El orgullo -- dijo el ermitano a sus huespedes -- ha perdido a un angel nacido para el bien. Es la piedra de toque en que se quiebran todos los destinos humanos. Al orgullo, principio de todos los vicios, no es posible oponer ningun raciocinio, puesto que, por su misma naturaleza, el orgullo se niega a escucharlo.