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uno con vision de futuro que bendijese la prosperidad, la cultura, el trabajo y el comercio --cosa que hicieron los paises del norte, y ahi los tienen hoy--, los espanoles optamos por otro Dios con olor a sacristia, fanatico, oscuro y reaccionario, al que, en ciertos aspectos, sufrimos todavia. El que, imponiendo sumision desde pulpitos y confesonarios, nos hundio en el atraso, la barbarie y la pereza. El que para los cuatro siglos siguientes concedio pretextos y agua bendita a quienes, a menudo bajo palio, machacaron la inteligencia, cebaron los patibulos, llenaron de tumbas las cunetas y cementerios e hicieron imposible la libertad.