Por las mananas, al asomarme al balcon, veo el pueblo con sus tejados rojos, negruzcos, sus chimeneas cuadradas y el humo que sale por ellas en hebras muy tenues en el cielo gris del otono. Despues de las lluvias abundantes, las casas estan destenidas, las calles limpias; la carretera descarnada, con las piedras al descubierto. El azul del cielo parece lavado cuando sale entre nubes: es mas diafano, mas puro.