Aunque tarde mucho tiempo y tuve que recorrer gran parte del mundo para aprender lo que ahora se sobre el amor, el destino y las decisiones que tomamos, la esencia de ese conocimiento me llego en un solo instante, encadenado a una pared mientras me torturaban. De algun modo me di cuenta entonces, entre los gritos que llenaban mi cabeza, que incluso en aquella maniatada y sangrienta impotencia, seguia conservando mi libertad; la libertad de odiar a los hombres que me estaban torturando o de perdonarles. No parece mucho, lo se, pero sometidos al dolor y al suplicio de las cadenas, cuando es lo unico que tenemos, esa libertad es un universo de posibilidades. Y la decision que tomemos, sea el odio o el perdon, puede convertirse en la historia de nuestra vida.