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Instintivamente se sentia identificado con aquellos heroes que comenzaban con H. Homero. Hannibal. Hobbes. Hume. Hamlet. Hitler. Que cuadrilla. Solo su propio nombre parecia algo vacio, una especie de no-nombre, otra causa de resentimiento, irredimible por los reyes. Y, por supuesto, la misma letra H era una no-letra, una simple inhalacion, una nada, una carencia de identidad inconstante que en ruso se convertia en G. Gamlet, Gitler, Genry. H, un receptaculo abierto, una vaciedad en pie, igualmente mala o buena por un camino u otro.