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Las desgracias y las tragedias despiertan en nosotros por lo general una curiosidad un tanto desagradable. Nos paramos cuando vemos que ha habido un accidente de coche. Miramos de reojo al pasar al lado del coche siniestrado. Si viene una ambulancia por la calle, mucha gente se para hasta que las sirenas dejan de sonar y el vehiculo se detiene ante un edificio. Los mas curiosos esperan hasta que sacan a la victima en la camilla. Nos paramos porque queremos asegurarnos de que no somos nosotros los que vamos en esa camilla.