?Como no habia yo de ser un lobo estepario y un pobre anacoreta en medio de un mundo, ninguno de cuyos fines comparto, ninguno de cuyos placeres me llama la atencion? No soporto estar mucho tiempo ni en un teatro ni en un cine, apenas puedo leer un periodico, rara vez un libro moderno; no puedo comprender que clase de placer y de alegria buscan los hombres en los hoteles y en los ferrocarriles totalmente llenos, en los cafes repletos de gente oyendo una musica fastidiosa y pesada; en los bares y varietes de las elegantes ciudades lujosas, en las exposiciones universales, en las carreras, en las conferencias para los necesitados de ilustracion, en los grandes lugares de deportes; no puedo entender ni compartir todos estos placeres, que a mi me serian desde luego asequibles y por los que tantos millares de personas de afan y se agitan. Y lo que, por el contrario, me sucede a mi en las raras horas de placer, lo que para mi es delicia, suceso, elevacion y extasis, eso no lo conoce, ni lo ama, ni lo busca el mundo mas que si acaso en las novelas; en la vida, lo considera una locura. Y en efecto, si el mundo tiene razon, si esta musica de los cafes, estas diversiones en masa, estos hombres americanos contentos con tan poco tienen razon, entonces soy yo el que no la tiene, entonces es verdad que estoy loco, entonces soy efectivamente el lobo estepario que tantas veces me he llamado, la bestia descarriada en un mundo que le es extrano e incomprensible, que ya no encuentra ni su hogar, ni su ambiente, ni su alimento.