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Se abrian a sus pies continuamente abismos de amnesia, pero el los salvaba, con ingenio, mediante rapidas fabulaciones y ficciones de todo tipo. Para el no eran ficciones, era como veia de pronto o interpretaba el mundo. El flujo incesante y la incoherencia del mundo no podia tolerarlos, no podia admitirlos ni un instante... substituia aquella cuasicoherencia extrana y delirante, con la que el senor Thomson, con sus invenciones continuas, inconscientes y vertiginosas, improvisaba sin cesar un mundo en torno suyo, un mundo de las Mil y una noches, una fantasmagoria, un sueno de situaciones, imagenes y gentes en perpetuo cambio, en transformaciones y mutaciones continuas, caleidoscopicas. [...] Este frenesi puede producir potencialidades de invencion y de fantasia sumamente brillantes (un autentico genio confabulatorio) pues el paciente debe literalmente hacerse a si mismo (y construir su mundo) a cada instante. Nosotros tenemos, todos y cada uno, una historia biografica, una narracion interna, cuya continuidad, cuyo sentido, es nuestra vida. Podria decirse que cada uno de nosotros edifica y vive una <> y que esta narracion es nosotros, nuestra identidad.