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Lejos, en la llanura, en la noche sin orilla, podian ver como en un reflejo de su propio fuego en un lago oscuro el fuego de los vaqueros a unos ocho kilometros. Por la noche llovio y la lluvia silbo en el fuego y los caballos se acercaron desde la oscuridad con sus ojos rojos parpadeando inquietos y por la manana hacia frio y todo era gris y el sol tardo mucho en salir.