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Nos sentimos tentados a creerlos caprichos nuestros, creaciones propias, vemos vacilar y disolverse la frontera entre nosotros y la naturaleza, y adquirimos conciencia de un estado de animo en el que no sabemos si las imagenes en nuestra retina provienen de impresiones exteriores o interiores. En ningun otro momento descubrimos con tanta facilidad la medida en que somos creadores, en que nuestra alma participa constantemente en la recreacion de la vida. Una misma divinidad invisible actua en nosotros y en la naturaleza, y si el mundo exterior desapareciera, cualquiera de nosotros seria capaz de reconstruirlo, porque los montes y los rios, los arboles y las hojas, las raices y las flores, todo lo creado en la naturaleza, esta ya prefigurado en nosotros: proviene del alma, cuya esencia es eterna, y escapa a nuestro conocimiento, pero que se nos hace patente como fuerza amorosa y creadora.