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Continuaba cuestionando los limites del mundo, al ver la miseria de quien con ellos se conforma, y no pude soportar por mucho tiempo lo facil de la ficcion: yo le exigia la realidad, me volvi loco. Si mentia, me quedaba en el plano de la poesia, de una superacion verbal del mundo. Si perseveraba en una denigracion ciega del mundo, mi denigracion era falsa (como la superacion). En cierto modo, mi conformidad con el mundo se profundizaba. Pero al no poder mentir a sabiendas, me volvi loco (capaz de ignorar la verdad). O al no saber ya, para mi solo, representar la comedia de un delirio, me volvi loco pero interiormente: vivi la experiencia de la noche. La poesia dio simplemente un giro: escape por ella del mundo del discurso, que para mi se habia convertido en el mundo natural, entre con ella en una especie de tumba donde la infinitud de lo posible nacia de la muerte del mundo logico. Al morir la logica, daba a luz locas riquezas. Pero lo posible evocado no es sino irreal, la muerte del mundo logico es irreal, todo es turbio y huidizo en esta oscuridad relativa. Puedo burlarme de mi mismo y de los demas: !todo lo real carece de valor, todo valor es irreal! De alli esa facilidad y esa fatalidad de deslizamientos en los que ignoro si miento o estoy loco. La necesidad de la noche procede de esa situacion desafortunada. La noche no podia sino desviarse de todo ello. El cuestionarlo todo nacia de la exasperacion de un deseo, !que no podia abocar al vacio! El objeto de mi deseo era, en primer lugar, la ilusion y no pudo ser mas que en segundo lugar el vacio de la desilusion.