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En sus suenos su palida novia iba hacia el desde una verde boveda de ramas. Sus pezones como de marga y sus costillas pintadas de blanco. Llevaba un vestido de gasa y sus cabellos oscuros estaban recogidos con peinetas de marfil, peinetas de concha. Su sonrisa, su mirada baja. Por la manana volvia a nevar. Cuentas de hielo gris en ristra sobre los cables de electricidad.