SpaPlatense - Psalms - 43

43:1  Al maestro de coro. De los hijos de Coré. Maskil.

43:2  Oímos, oh Dios, con nuestros oídos, nos contaron nuestros padres, los prodigios que hiciste en sus días, en los días antiguos.

43:3  Tú, con tu mano, expulsando pueblos gentiles, los plantaste a ellos; destruyendo naciones, a ellos los propagaste.

43:4  Pues no por su espada ocuparon la tierra, ni su brazo les dio la victoria; fue tu diestra y tu brazo, y la luz de tu rostro; porque Tú los amabas.

43:5  Tú eres mi Rey, mi Dios, Tú, el que dio la victoria a Jacob.

43:6  Por Ti batimos a nuestros enemigos; y en nombre tuyo hollamos a los que se levantaron contra nosotros.

43:7  Porque no en mi arco puse mi confianza, ni me salvó mi espada,

43:8  sino que Tú nos has salvado de nuestros adversarios, y has confundido a los que nos odian.

43:9  En Dios nos gloriábamos cada día, y continuamente celebrábamos tu Nombre.

43:10  Pero ahora Tú nos has repelido y humillado; ya no sales, oh Dios, con nuestros ejércitos.

43:11  Nos hiciste ceder ante nuestros enemigos, y los que nos odian nos han saqueado como han querido.

43:12  Nos entregaste como ovejas destinadas al matadero, y nos desparramaste entre los gentiles.

43:13  Vendiste a tu pueblo sin precio, y no sacaste gran provecho de esa venta.

43:14  Nos hiciste el escarnio de nuestros vecinos, la irrisión y el ludibrio de los que nos rodean.

43:15  Nos convertiste en fábula de los gentiles, y recibimos de los pueblos meneos de cabeza.

43:16  Todo el día tengo ante los ojos mi ignominia, y la confusión cubre mi rostro,

43:17  a los gritos del que me insulta y envilece, a la vista del enemigo, ávido de venganza.

43:18  Todo esto ha venido sobre nosotros, mas no nos hemos olvidado de Ti, ni hemos quebrantado el pacto hecho contigo.

43:19  No volvió atrás nuestro corazón, ni nuestro paso se apartó de tu camino,

43:20  cuando nos aplastaste en un lugar de chacales y nos cubriste con sombras de muerte.

43:21  Si nos hubiéramos olvidado del nombre de nuestro Dios, extendiendo nuestras manos a un Dios extraño,

43:22  ¿no lo habría averiguado Dios, Él, que conoce los secretos del corazón?

43:23  Mas por tu causa somos ahora carneados cada día, tenidos como ovejas de matadero.

43:24  Despierta, Señor. ¿Por qué duermes? Levántate; no nos deseches para siempre.

43:25  ¿Por qué ocultas tu rostro? ¿Te olvidas de nuestra miseria y de nuestra opresión?

43:26  Agobiada hasta el polvo está nuestra alma, y nuestro cuerpo pegado a la tierra. ¡Levántate en nuestro auxilio, líbranos por tu piedad!