SpaPlatense - Judith

Chapter 1

1:1  Arfaxad, rey de los medos, después de haber subyugado a su imperio muchas naciones, edificó una ciudad sumamente fuerte, a la que dio el nombre de Ecbátana.

1:2  (La edificó) de piedras labradas a escuadra, dándole murallas que tenían setenta codos de anchura y treinta de altura, y levantó sus torres hasta cien codos de altura.

1:3  Eran estas cuadradas, teniendo cada uno de sus lados la extensión de veinte pies; e hizo sus puertas en proporción de la altura de las torres.

1:4  Entonces se jactaba, como si fuese invencible, de la fuerza de sus ejércitos y de la magnificencia de sus carros.

1:5  Pero Nabucodonosor, rey de los asirios, que reinaba en Nínive, la gran ciudad, hizo guerra contra Arfaxad el año duodécimo de su reinado, y le venció

1:6  en la espaciosa llanura llamada Ragau, cerca del Éufrates, del Tigris y del Jadasón, en la llanura de Erioc, rey de los élicos.

1:7  Entonces se ensalzó el rey Nabucodonosor, y engriéndose en su corazón despachó mensajeros a todos los habitantes de la Cilicia, de Damasco y del Líbano,

1:8  a los pueblos del Carmelo y de Cedar, a los habitantes de Galilea y de la gran llanura de Esdrelón,

1:9  a todos los que moraban en Samaria y en la otra parte del Jordán, hasta Jerusalén, y a toda la tierra de Jesé hasta las fronteras de Etiopía.

1:10  A todos estos envió embajadores Nabucodonosor, rey de los asirios;

1:11  pero todos a una rechazaron a los mensajeros, despachándolos con las manos vacías, y los echaron con desprecio.

1:12  Con esto el rey Nabucodonosor se indignó contra todos estos países y juró por su trono y por su reino que se vengaría de todas esas regiones.

Chapter 2

2:1  La resolución de vengarse se tomó el año decimotercio del reinado de Nabucodonosor, el veinte y dos del mes primero, en el palacio de Nabucodonosor, rey de los asirios.

2:2  Convocó a todos los ancianos, a todos sus capitanes y guerreros y tuvo con ellos un consejo secreto.

2:3  Les dijo que su designio era subyugar toda la tierra a su imperio.

2:4  Siendo tal decisión aprobada por todos, llamó el rey Nabucodonosor a Holofernes, jefe de su ejército.

2:5  Y le dijo: “Sal a campaña contra todos los reinos del Occidente, y principalmente contra los que menospreciaron mi dominación.

2:6  No te compadecerás de reino alguno, sino que me subyugarás toda ciudad fuerte.”

2:7  Entonces Holofernes convocó a los capitanes y oficiales del ejército de los asirios y escogió para la expedición, conforme a la orden del rey, ciento veinte mil soldados de infantería y doce mil flecheros de a caballo.

2:8  Despachó delante de su ejército una innumerable muchedumbre de camellos con abundantes provisiones para las tropas, juntamente con ganado vacuno, y rebaños de ovejas sin número.

2:9  Mandó acopiar trigo en toda la Siria para cuando él pasase.

2:10  Y tomó de la casa del rey muchísima cantidad de oro y plata.

2:11  Después se puso en marcha, él y todo el ejército, con los carros, la caballería y los flecheros, que cubrieron la superficie de la tierra como langostas.

2:12  Habiendo pasado la frontera de Asiria, llegó a las grandes montañas de Ange, situadas a la izquierda de la Cilicia, subió a todos sus castillos y se apoderó de todas las plazas fuertes.

2:13  Conquistó la famosísima ciudad de Meloti, y saqueó a todos los habitantes de Tarsis, como también a los hijos de Ismael, que moraban enfrente del desierto, al mediodía del país de Celón.

2:14  Pasó el Éufrates y llegó a Mesopotamia, donde tomó todas las ciudades fuertes que había allí, desde el arroyo de Mambré hasta el mar.

2:15  Se hizo también dueño de todo el país desde Cilicia hasta el territorio de Jafet, que se extiende hacia el mediodía.

2:16  Y se llevó toda la gente de Madián, robó todas sus riquezas y paso a filo de espada a todos los que le resistían.

2:17  Después descendió a las campiñas de Damasco, al tiempo de la siega, quemó todos los sembrados y taló todos los árboles y viñas.

2:18  Y cayó el temor de él sobre todos los habitantes de la tierra.

Chapter 3

3:1  Entonces los reyes y los príncipes de todas las ciudades y provincias, es a saber, de la Siria de Mesopotamia y de la Siria de Sobal, de Libia y de Cilicia, enviaron sus embajadores, que se presentaron a Holofernes y le dijeron:

3:2  “Cese tu indignación para con nosotros, porque vale más vivir sirviendo al gran rey Nabucodonosor y someternos a ti, que morir y con nuestra ruina sufrir los males de nuestra esclavitud.

3:3  Todas nuestras ciudades, todas nuestras posesiones, todos nuestros montes y collados, los campos, las vacadas, los rebaños de ovejas, cabras, caballos y camellos, todas nuestras facultades y nuestras familias están a tu disposición.

3:4  Quede a tu arbitrio todo lo que poseemos.

3:5  Nosotros y nuestros hijos somos tus siervos.

3:6  Ven a nosotros como señor pacífico y empléanos en tu servicio como gustares.”

3:7  Entonces bajó de las montañas con la caballería y su ejército numeroso, y se apoderó de todas las ciudades y de todos los pueblos del país.

3:8  De todas las ciudades enroló como tropas auxiliares a los hombres robustos y escogidos para la guerra.

3:9  Fue tan grande el espanto que se apoderó de aquellas provincias, que los habitantes de todas las ciudades, tanto los príncipes y distinguidos, como el pueblo, a su llegada le salían al encuentro,

3:10  recibiéndolo con coronas y antorchas encendidas y formando danzas al son de tamboriles y flautas.

3:11  Pero aun haciendo todo esto no pudieron mitigar la ferocidad de aquel corazón.

3:12  Porque siguió destruyendo sus ciudades y talando sus árboles sagrados,

3:13  por cuanto el rey Nabucodonosor le había dado orden de exterminar todos los dioses de la tierra, para que él solo fuese llamado dios por aquellas naciones que el poder de Holofernes pudiese subyugarle.

3:14  Habiendo atravesado la Siria de Sobal, toda la Apamea y toda la Mesopotamia, llegó a los idumeos, al país de Gabaá,

3:15  tomó sus ciudades y se detuvo allí por espacio de treinta días, durante los cuales mandó que se reuniese toda la fuerza de su ejército.

Chapter 4

4:1  Cuando los hijos de Israel, habitantes de la tierra de Judá, supieron esto, temieron sobremanera su llegada.

4:2  Invadió sus corazones el terror y el espanto, porque temían que hiciese con Jerusalén y con el Templo del Señor lo que había perpetrado en las otras ciudades y sus templos.

4:3  Enviaron gente a toda la frontera de Samaria hasta Jericó, ocuparon de antemano todas las cimas de los montes,

4:4  cercaron de muros sus aldeas y almacenaron granos, preparándose para la guerra.

4:5  Asimismo el sacerdote Eliaquim escribió a todos los que habitaban enfrente de Esdrelón, ante la gran llanura cerca de Dotain, y a todos los lugares por los cuales (el enemigo) podía pasar,

4:6  que ocupasen las subidas de los montes, por donde se podía ir a Jerusalén, y custodiasen los pasos estrechos que podía haber entre los montes.

4:7  Los hijos de Israel hicieron conforme se lo había ordenado Eliaquim, sacerdote del Señor.

4:8  Todo el pueblo invocó al Señor con grandes instancias, y humillaron sus almas con ayunos y oraciones, así ellos como sus mujeres.

4:9  Los sacerdotes vistieron cilicios y los niños se postraron por tierra delante del Templo del Señor, cuyo altar cubrieron también de cilicio.

4:10  Y clamaron todos al Señor, Dios de Israel (pidiéndole) que no fuesen llevados presos sus hijos, ni repartidas sus mujeres, ni exterminadas sus ciudades, ni profanado su Santuario, para que no llegasen a ser el oprobio de las naciones.

4:11  Entonces Eliaquim, Sumo Sacerdote del Señor, recorrió todo (el país de) Israel, y les habló

4:12  en estos términos: “Tened por cierto que el Señor oirá vuestras plegarias si perseverareis constantemente en ayunos y oraciones delante del Señor.

4:13  Acordaos de Moisés, siervo del Señor, el cual no por medio de las armas, sino suplicando con santas oraciones, derrotó a Amalec, que confiaba en su fuerza, en su poder, en su ejército, en sus broqueles, en sus carros de guerra y en su caballería.

4:14  Así sucederá a todos los enemigos de Israel si perseverareis en esta obra que habéis comenzado.”

4:15  Movidos por estas exhortaciones, perseveraban orando en la presencia del Señor,

4:16  de tal manera, que aun los que ofrecían holocaustos al Señor, le presentaban las víctimas vestidas de cilicios, y cubiertas de ceniza sus cabezas.

4:17  Y todos oraban a Dios de todo corazón, para que visitase a Israel, su pueblo.

Chapter 5

5:1  Holofernes, jefe del ejército asirio, recibió la noticia de que los hijos de; Israel se preparaban para resistirle y que tenían cerrados los pasos de los montes.

5:2  Entonces, montando en cólera, e irritándose sobremanera, hizo venir a todos los príncipes de Moab, y a los capitanes de los ammonitas,

5:3  y les habló de esta manera: “Decidme ¿Qué pueblo es ese que ocupa los montes, qué ciudades son las suyas, cuáles y cuan grandes; cuál es su poder, cuánta su gente, y quién es el jefe de sus tropas?

5:4  ¿Por qué estos, entre todos los que moran en el oriente, nos han menospreciado y no han venido a nuestro encuentro para recibirnos como amigos?”

5:5  Entonces Aquior, jefe de todos los ammonitas, le respondió y dijo: “Si te dignas escucharme, diré, señor mío, en tu presencia la verdad acerca de ese pueblo que habita en las montañas, y no saldrá de mi boca palabra falsa,

5:6  Ese pueblo es del linaje de los caldeos.

5:7  Habitó primeramente en Mesopotamia, pues no quisieron seguir los dioses de sus padres, que vivían en el país de los caldeos.

5:8  Abandonando las ceremonias de sus padres, que rendían culto a muchos dioses,

5:9  adoraron al solo Dios del cielo, el cual les mandó salir de allí y pasar a vivir en Canaán. Mas cuando una gran hambre invadió todo aquel país, bajaron a Egipto, donde por espacio de cuatrocientos años se multiplicaron hasta hacerse incontable su número.

5:10  Tratados con dureza por el Rey de Egipto y forzados a edificar ciudades con barro y ladrillos, clamaron a su Señor, el cual hirió a toda la tierra de Egipto con varias plagas.

5:11  Entonces los egipcios los arrojaron de sí. Pero cuando cesaron las plagas, quisieron de nuevo cautivarlos y reducirlos a la anterior servidumbre.

5:12  Mas ellos huyeron, y el Dios del cielo les abrió el mar; de tal manera que de un lado y otro las aguas formaron una masa sólida como un muro; y así caminando a pie enjuto, atravesaron el fondo del mar.

5:13  Un ejército innumerable de egipcios que los perseguía por el mismo paso, fue de tal suerte cubierto de las aguas, que ni uno siquiera quedó para contar el suceso a la posteridad.

5:14  Salidos del Mar Rojo ocuparon los desiertos del monte Sinaí, donde jamás hombre alguno pudo habitar, ni descansar persona alguna.

5:15  Allí las fuentes amargas se les convirtieron en dulces, a fin de que pudiesen beber, y por espacio de cuarenta años recibieron el manjar del cielo.

5:16  Dondequiera que llegaron, sin arco ni saeta, sin escudo ni espada, peleó por ellos su Dios y salió vencedor.

5:17  No hubo jamás quien pudiese hacer daño a este pueblo, mientras no se apartó del culto del Señor su Dios.

5:18  Pero siempre que, fuera de su Dios, adoraron a otro, fueron entregados al saqueo, a la espada y al oprobio.

5:19  En cambio, cuando se arrepintieron de haber abandonado el culto de su Dios, el Dios del cielo les dio fuerzas para resistir.

5:20  Así que al fin abatieron a los reyes cananeos, jebuseos, fereceos, heteos, heveos, amorreos y a todos los potentados de Hesebón, de cuyas tierras y ciudades tomaron posesión.

5:21  Mientras no pecaron contra su Dios, les fue bien, porque su Dios aborrece la iniquidad.

5:22  Pocos años hace, se desviaron del camino que Dios les había señalado para que anduviesen por él, y fueron destruidos en batallas por muchas naciones y llevados cautivos muchísimos de ellos a tierra extraña

5:23  Mas habiéndose convertido poco ha al Señor, su Dios, se han reunido de nuevo (volviendo) de los lugares en que habían sido esparcidos, han repoblado todas estas montañas y poseen nuevamente a Jerusalén, donde está su santuario.

5:24  Ahora, pues, infórmate, oh señor mío, si ellos son reos de algún delito delante de su Dios. (De ser así) marcharemos contra ellos, porque indudablemente su Dios los entregará en tus manos y quedarán sujetos al yugo de tu poder.

5:25  Pero si este pueblo no ha ofendido a su Dios, no podremos resistirle, porque le defenderá su Dios, y vendremos a ser el escarnio de toda la tierra.”

5:26  Acabado que hubo Aquior de hablar estas palabras, se indignaron todos los magnates de Holofernes y pensaban quitarle la vida, diciéndose uno a otro:

5:27  “¿Quién es este que dice que al rey Nabucodonosor y a sus ejércitos pueden resistir los hijos de Israel, unos hombres sin armas, sin valor y sin pericia en el arte militar?

5:28  Por eso, para que Aquior conozca cómo nos engaña, subamos a esas montañas, y después de cautivar los más valientes de entre ellos, será pasado a cuchillo él juntamente con los mismos,

5:29  para que sepa todo el mundo que Nabucodonosor es el dios de la tierra y que no hay otro fuera de él.”

Chapter 6

6:1  En cuanto terminaron de hablar, Holofernes indignado sobremanera, dijo a Aquior:

6:2  “Ya que has profetizado, diciéndonos que el pueblo de Israel es defendido por su Dios, y para hacerte ver que no hay otro Dios fuera de Nabucodonosor,

6:3  pasaremos a cuchillo a todos ellos, como si fuesen un solo hombre, después perecerás tú también al filo de la espada de los asirios, y todo Israel perecerá contigo.

6:4  Entonces sabrás por experiencia que Nabucodonosor es el señor de toda la tierra; porque entonces la espada de mis soldados atravesará tu costado y caerás traspasado entre los heridos de Israel, y no respirarás más, sino que serás exterminado con ellos.

6:5  Si tú realmente tienes por cierta tu profecía, no se abata tu rostro; y apártese de ti esa palidez que cubre tu semblante, si de veras crees que no pueden cumplirse estas palabras mías.

6:6  Mas para que sepas que has de sufrir esto juntamente con ellos, he aquí que desde ahora serás asociado a su pueblo, a fin de que cuando por mi espada reciban el castigo merecido, también tú seas envuelto en la venganza.”

6:7  Entonces Holofernes ordenó a sus siervos que prendiesen a Aquior y lo llevasen a Betulia, para entregarlo en manos de los hijos de Israel.

6:8  Tomaron, pues, los siervos de Holofernes a Aquior y atravesaron la llanura; mas cuando llegaron a las montañas, salieron contra ellos los honderos,

6:9  por lo que declinando hacia un lado del monte amarraron a Aquior de pies y manos a un árbol; y así atado con cuerdas lo dejaron, volviéndose a su señor.

6:10  Los hijos de Israel descendieron de Betulia, y llegados a él, lo desataron y lo condujeron a Betulia, donde lo pusieron en medio del pueblo y le preguntaron cuál era la causa de haberlo atado los asirios.

6:11  En aquel tiempo eran allí príncipes, Ocías, hijo de Micas, de la tribu de Simeón, y Carmí, llamado también Gotoniel.

6:12  Estando Aquior en medio de los ancianos y en presencia de todos, contó todo cuanto había respondido a las preguntas de Holofernes, y cómo la gente de Holofernes le había querido matar por haber hablado de aquella manera,

6:13  y cómo a causa de esto el mismo Holofernes irritado le había mandado entregar a los israelitas, para que, luego que estos fuesen vencidos, le quitara la vida por medio de varios suplicios, por haber dicho: “El Dios del cielo es el defensor de ellos.”

6:14  Explicadas todas estas cosas por Aquior, todo el pueblo se postró sobre su rostro para adorar al Señor, y con gemidos y llanto general derramaron unánimes sus plegarias ante el Señor,

6:15  diciendo: “Señor Dios del cielo y de la tierra, mira la soberbia de ellos y contempla nuestra humillación; considera el semblante de tus santos y muestra que no abandonas a los que confían en Ti, y que humillas a los que presumen de sí mismos y se jactan de su poder.”

6:16  Acabado el llanto y concluida la oración del pueblo, que duró todo el día, consolaron a Aquior,

6:17  diciendo: “El Dios de nuestros padres, cuyo poder has pregonado, Ese mismo te dará, como recompensa, que veas tú antes la ruina de aquellos.

6:18  Cuando el Señor nuestro Dios hubiere dado libertad a sus siervos, esté Él también contigo en medio de nosotros, para que del modo que mejor te parezca vivas entre nosotros, así tú como los tuyos.”

6:19  Entonces Ocías, despedida la asamblea, le hospedó en su casa y le ofreció un gran banquete,

6:20  al cual convidó a todos los ancianos. Así después de haber ayunado todo el día, tomaron juntos su alimento.

6:21  Después fue convocado todo el pueblo, y toda la noche hicieron oración dentro de la sinagoga, pidiendo socorro al Dios de Israel.

Chapter 7

7:1  Al día siguiente Holofernes mandó a sus tropas que subiesen contra Betulia.

7:2  Tenía ciento veinte mil soldados de infantería y veinte y dos mil de caballería, sin contar a los que había adiestrado de entre los cautivos, y toda la juventud que por fuerza se había llevado de las provincias y ciudades.

7:3  Todos a un tiempo se prepararon para combatir a los hijos de Israel, y avanzaron por la ladera del monte hasta la altura que mira a Dotain, (acampando) desde el lugar llamado Belma, hasta Celmón, situado enfrente de Esdrelón.

7:4  Al ver los hijos de Israel aquella multitud, se postraron en tierra, echando ceniza sobre sus cabezas y rogando todos juntos al Dios de Israel que mostrase su misericordia para con su pueblo.

7:5  Luego tomaron sus armas y se apostaron en los parajes por donde se va a un sendero estrecho en medio de los montes; y los estaban guardando de día y de noche.

7:6  Dando vuelta por los alrededores, encontró Holofernes que la fuente que desaguaba dentro (de la ciudad) venía por un acueducto que se hallaba fuera, hacia el mediodía, y mandó que les cortasen ese acueducto.

7:7  Quedaban, sin embargo, no lejos de los muros, unos manantiales, de donde se veía que sacaban a escondidas agua, más para aliviar la sed que para apagarla.

7:8  Entonces los ammonitas y los moabitas fueron a decir a Holofernes: “Los hijos de Israel no ponen su confianza en sus lanzas, ni en sus flechas, sino que su defensa y fortificaciones son los montes y los collados escarpados.

7:9  Ahora bien, si quieres vencerlos sin venir a las manos, pon guardias en los manantiales, para impedir que saquen agua de ellos, y los matarás sin espada, o a lo menos, fatigados entregarán su ciudad, que creen inexpugnable por cuanto está situada en los montes.”

7:10  Este consejo pareció bueno a Holofernes y a sus oficiales, por lo cual puso cien hombres de guardia alrededor de cada manantial.

7:11  Después de veinte días que se hacía esta guardia, todas las cisternas y depósitos de agua de todos los habitantes de Betulia se agotaron, de tal manera que dentro de la ciudad no había agua bastante para saciar la sed aunque fuese para un solo día; pues se repartía cada día a los vecinos el agua por medida.

7:12  Entonces todos los hombres y mujeres, jóvenes y niños, se congregaron con Ocías, y todos a una voz

7:13  dijeron: “Juzgue Dios entre ti y nosotros; pues tú nos has causado estos males, por no querer tratar la paz con los asirios; por eso Dios nos ha vendido en sus manos;

7:14  y por lo mismo no hay quien nos socorra ahora que desfallecemos por la sed y la suma miseria, a vista de los enemigos.

7:15  Convóquense, pues, inmediatamente todos los que se hallan en la ciudad, para que nos entreguemos todos voluntariamente a la gente de Holofernes;

7:16  porque más vale vivir cautivos y bendecir al Señor, que morir y ser el oprobio de todos los hombres, después de haber visto perecer ante nuestros ojos nuestras esposas y nuestros niños.

7:17  Tomando hoy por testigos al cielo y a la tierra y al Dios de nuestros padres, el cual nos castiga conforme a nuestros pecados, (os conjuramos) que entreguéis en seguida la ciudad en poder de la gente de Holofernes, para que encontremos en breve nuestro fin al filo de la espada, y no se prolongue más y más con el ardor de la sed.”

7:18  Dicho esto, prorrumpió todo el concurso en grandes llantos y alaridos; y por espacio de muchas horas estuvieron clamando a Dios a una voz, diciendo:

7:19  “Hemos pecado nosotros y nuestros padres; hemos obrado injusticia y hemos hecho iniquidad.

7:20  Pero Tú eres piadoso; ten misericordia de nosotros, o castiga Tú mismo nuestras iniquidades, mas no quieras entregar a los que te honran, en manos de un pueblo que no te conoce;

7:21  no sea que digan los gentiles: “¿Dónde está su Dios?”

7:22  Cuando fatigados de tanto clamar y llorar, quedaron en silencio,

7:23  se levantó Ocías y bañado en lágrimas, dijo: “Tened buen ánimo, hermanos míos, y esperemos durante cinco días la misericordia del Señor;

7:24  porque quizá pondrá fin a su indignación y glorificará su nombre.

7:25  Mas si pasados los cinco días no viene socorro, haremos lo que habéis dicho.”

Chapter 8

8:1  Oyó estas palabras Judit, una viuda que era hija de Merarí, hijo de Idox, hijo de José, hijo de Ocías, hijo de Elaí, hijo de Jamnor, hijo de Gedeón, hijo de Rafaím, hijo de Aquitob, hijo de Melquías, hijo de Henán, hijo de Natanías, hijo de Salatiel, hijo de Simeón, hijo de Rubén.

8:2  El marido de ella fue Manasés, que murió en los días de la siega de la cebada.

8:3  Pues mientras vigilaba a los que ataban los haces en el campo, vino una insolación sobre su cabeza y murió en Betulia, su ciudad, donde fue sepultado con sus padres.

8:4  Hacía ya tres años y medio que Judit había quedado viuda de (Manasés),

8:5  y en lo más alto de su casa se había hecho una habitación separada, donde moraba encerrada con sus criadas.

8:6  Ceñida de cilicio, ayunaba todos los días de su vida, menos los sábados, novilunios y fiestas de la casa de Israel.

8:7  Era hermosa en extremo, y su marido le había dejado muchas riquezas, muchos criados y posesiones llenas de vacadas y de rebaños de ovejas.

8:8  Todos la estimaban muchísimo, porque era temerosa de Dios, y no había quien hablase de ella en sentido desfavorable.

8:9  Esta, cuando oyó que Ocías había prometido que pasados cinco días entregaría la ciudad, envió a llamar a los ancianos Cabri y Carmi.

8:10  Venidos a ella, les dijo: “¿Cómo Ocías ha podido consentir en entregar la ciudad a los asirios, si dentro de cinco días no viene socorro?

8:11  ¿Y quiénes sois vosotros, que tentáis al Señor?

8:12  No es esta palabra el medio apropiado para atraer su misericordia, sino más bien para provocar su ira y encender su furor.

8:13  Habéis fijado plazo a la misericordia del Señor, y le habéis señalado día según vuestro arbitrio.

8:14  Mas, puesto que el Señor es sufrido, arrepintámonos de esto mismo, y derramando lágrimas imploremos su indulgencia;

8:15  porque no son las amenazas de Dios como las de los hombres, ni se enciende su cólera a la manera de los hijos de los hombres.

8:16  Por tanto, humillemos delante de Él nuestras almas, y poseídos de un espíritu de humildad, como conviene a siervos suyos,

8:17  pidamos con lágrimas al Señor, para que según su voluntad use con nosotros de su misericordia, y para que así como la soberbia de los enemigos ha turbado nuestro corazón, así también nuestra humillación resulte un motivo de gloria.

8:18  Pues no hemos imitado los pecados de nuestros padres, que abandonaron a su Dios y adoraron dioses extranjeros,

8:19  por cuya maldad fueron entregados a la espada y al saqueo y al escarnio de sus enemigos. Nosotros, empero, no conocemos otro Dios que a Él.

8:20  Esperemos humildemente su consolación; Él vengará nuestra sangre de los enemigos que nos afligen, y humillará a todas las naciones que se levantan contra nosotros; el Señor Dios nuestro las cubrirá de ignominia.

8:21  Ahora, pues, hermanos, ya que vosotros sois los ancianos en el pueblo de Dios, y de vosotros depende la vida de ellos, alentad con vuestras palabras sus corazones, para que recuerden que nuestros padres han sido tentados, a fin de ser probados si de veras honraban a su Dios.

8:22  ¡Qué se acuerden cómo fue tentado nuestro padre Abrahán, y cómo, probado con muchas tribulaciones, vino a ser el amigo de Dios!

8:23  Así Isaac, así Jacob, así Moisés y todos los que agradaron a Dios, pasaron por muchas tribulaciones, manteniéndose siempre fieles.

8:24  Mas aquellos que no aceptaron las pruebas con temor del Señor, sino que a causa de su impaciencia profirieron injuriosas murmuraciones contra el Señor,

8:25  fueron exterminados por el exterminador y perecieron mordidos de las serpientes.

8:26  Por tanto, no nos dejemos llevar a la impaciencia por lo que padecemos;

8:27  antes bien, considerando que estos castigos son menores que nuestros pecados, creamos que los azotes del Señor, con que como esclavos somos corregidos, nos han venido para enmienda, y no para nuestra perdición.”

8:28  Dijeron entonces Ocías y los ancianos: “Todo lo que has dicho es verdad, y no hay en tus palabras cosa que reprender.

8:29  Ahora, pues, ruega por nosotros, puesto que eres una mujer santa y temerosa de Dios.”

8:30  Judit les dijo: “Así como conocéis que es de Dios lo que he podido decir,

8:31  así también examinad, si es de Dios lo que me propongo hacer; y orad para que Dios me dé la fuerza para realizar mi designio.

8:32  Vosotros esta noche estaréis a la puerta, y yo saldré fuera con mi doncella; y orad, a fin de que dentro de los cinco días, como lo habéis dicho, el Señor sea propicio a su pueblo de Israel.

8:33  Mas no quiero que investiguéis lo que voy a hacer; y hasta que vuelva yo a avisaros, no se haga otra cosa, sino orar por mí al Señor Dios nuestro.”

8:34  Ocías, príncipe de Judá, le respondió: “Vete en paz, y el Señor sea contigo para vengarnos de nuestros enemigos.” Y volviéndose se retiraron.

Chapter 9

9:1  Después que estos se hubieron retirado, entró Judit en su oratorio, y vistiéndose de cilicio, esparció ceniza sobre su cabeza, y postrada ante el Señor clamaba a Él, diciendo:

9:2  “Señor Dios de mi padre Simeón, que le diste una espada para castigar aquellos extranjeros que por una impura pasión violaron y deshonraron una virgen, llenándola de afrenta;

9:3  Tú que entregaste sus mujeres a la esclavitud, y sus hijas al cautiverio, y repartiste todos los despojos entre tus siervos, que ardieron de celo por tu honor; socorre, te suplico, Señor Dios mío, a esta viuda.

9:4  Tú obraste las maravillas de los tiempos antiguos, las ideaste unas tras otras, y se ha hecho lo que Tú has querido;

9:5  pues todos tus caminos están preparados de antemano, y Tú tienes dispuestos tus juicios según tu providencia.

9:6  Vuelve ahora la vista sobre el campamento de los asirios, como te dignaste en otra ocasión volverla sobre el de los egipcios, cuando armados perseguían a tus siervos, confiando en sus carros, en su caballería y en la muchedumbre de los guerreros.

9:7  Mas Tú tendiste la vista sobre el campamento y las tinieblas les quitaron la fuerza;

9:8  el abismo detuvo sus pasos y las aguas los cubrieron.

9:9  Así suceda también con estos, Señor, que confían en su gran número y se glorían de sus carros, de sus picas, de sus escudos, de sus saetas y de sus lanzas;

9:10  y no conocen que Tú eres nuestro Dios, que desde el principio deshaces los ejércitos y tienes por nombre el Señor.

9:11  Levanta tu brazo, como en tiempos antiguos, y con tu poder estrella su fuerza. Ante tu ira caiga por tierra el poder de ellos, ya que han resuelto violar tu Santuario, profanar el Tabernáculo dedicado a tu nombre y derribar con su espada los cuernos de tu altar.

9:12  Haz, Señor, que con su propia espada sea cortada su soberbia.

9:13  Sean los ojos (de Holofernes), fijados en mí, el lazo en que quede preso, e hiérelo Tú con las dulces palabras de mi boca.

9:14  Pon firmeza en mi corazón para despreciarlo, y valor para destruirlo;

9:15  porque será un monumento en honor de tu nombre cuando la mano de una mujer lo derribare.

9:16  Porque no consiste, Señor, tu poder en la multitud, y tu voluntad no depende de la fuerza de los caballos. Desde el principio te han desagradado los soberbios, mientras te ha sido siempre acepta la oración de los humildes y mansos.

9:17  Oh Dios de los cielos, Creador de las aguas y Señor de todas las criaturas, oye benigno a esta miserable que te ruega y confía en tu misericordia.

9:18  Acuérdate, Señor, de tu alianza, pon las palabras en mi boca y fortifica mi corazón para esta empresa, a fin de que tu Casa se conserve en santidad,

9:19  y reconozcan las naciones todas que Tú eres Dios, y que no hay otro fuera de Ti.”

Chapter 10

10:1  Cuando cesó de clamar al Señor, se levantó del lugar en que estaba postrada delante del Señor.

10:2  Llamó a su criada, bajó a su habitación, se quitó el cilicio, y se despojó de los vestidos de viuda.

10:3  Luego lavó su cuerpo, se ungió con ungüento preciosísimo, aderezó el cabello de su cabeza, sobre el cual se puso un turbante, se atavió con los vestidos de fiesta, se calzó las sandalias, tomó sus brazaletes, el collar, los zarcillos y las sortijas, y se adornó de todos sus atavíos.

10:4  Además le añadió el Señor belleza, porque toda esta compostura no provenía de lasciva pasión, sino de virtud; y por eso el Señor dio mayor realce a su hermosura, de modo que a los ojos de todos parecía de una incomparable belleza.

10:5  Entregó a su criada una bota de vino, un frasco de aceite, trigo tostado, tortas de higos, panes y queso, y se puso en camino.

10:6  Al llegar a la puerta de la ciudad, hallaron a Ocías y los ancianos de la ciudad, que estaban esperando.

10:7  Al verla quedaron en extremo asombrados de su hermosura,

10:8  pero sin preguntarle palabra, la dejaron pasar diciendo: “El Dios de nuestros padres te dé su gracia, y confirme con su poder todos los designios de tu corazón, para que Jerusalén se gloríe de ti y tu nombre figure en el número de los santos y justos.”

10:9  Y todos los que allí estaban dijeron a una voz: “¡Así sea! ¡Así sea!”

10:10  Mas Judit pasó por las puertas, con su criada, orando al Señor.

10:11  Bajando por el monte, al rayar el día, le salieron al paso los centinelas de los asirios, que la detuvieron, diciendo: “¿De dónde vienes? ¿Y adónde vas?”

10:12  “Soy una de las hijas de los hebreos, respondió, y he huido de ellos, porque sé que han de ser presa vuestra; por cuanto menospreciándoos no han querido entregarse voluntariamente para hallar misericordia delante de vosotros.

10:13  Por esto pensé y dije para conmigo: «Voy a presentarme al príncipe Holofernes, para descubrirle los secretos de los hebreos e indicar el camino por donde pueda tomarlos, sin perder ni un hombre siquiera de su ejército».”

10:14  Oyendo aquellos soldados sus palabras, contemplaron su cara, y se les leía en los ojos el asombro; tan encantados estaban de su belleza.

10:15  Y le dijeron: “Has salvado tu vida, tomando la resolución de venir a nuestro señor;

10:16  pues ten por cierto que al presentarte delante de él, te tratará bien y serás muy agradable a su corazón.” Con esto la condujeron al pabellón de Holofernes, dándole noticia de ella.

10:17  Apenas estuvo ella en su presencia, quedó Holofernes inmediatamente preso de sus ojos.

10:18  Y le dijeron sus oficiales: “¿Quién podrá menospreciar al pueblo de los hebreos, que tiene mujeres tan bellas? ¿No merecen estas más bien que les hagamos la guerra para adquirirlas?”

10:19  Cuando Judit vio a Holofernes sentado bajo su dosel, que era de púrpura, entretejido de oro con esmeraldas y piedras preciosas,

10:20  fijó los ojos en su rostro y lo adoró, postrándose en tierra, más los siervos de Holofernes, la levantaron por mandato de su señor.

Chapter 11

11:1  Entonces Holofernes le dijo: “Ten buen ánimo y destierra de tu corazón todo temor; porque nunca hice mal a nadie que haya querido servir al rey Nabucodonosor.

11:2  Si tu pueblo no me hubiese despreciado, no habría alzado mi lanza contra él.

11:3  Mas ahora dime: ¿Por qué los has abandonado a ellos, prefiriendo venir a nosotros?”

11:4  Judit le respondió: “Escucha benignamente las palabras de tu sierva; pues si sigues los consejos de tu sierva, el Señor dará cumplimiento a tu empresa.

11:5  ¡Viva Nabucodonosor, rey de la tierra, y viva su poder, que reside en ti para castigar a todos los que van errados! Pues no solo los hombres le sirven, gracias a tu valor, sino que aun las bestias del campo le obedecen.

11:6  Porque en todas las naciones es celebrada la prudencia de tu espíritu, y todo el mundo sabe que tú eres el mejor y el más poderoso en todo su reino, y tu arte militar es sobremanera alabado en todas las provincias.

11:7  Se sabe también lo que ha dicho Aquior, y lo que tú has dispuesto acerca de él.

11:8  Pues cierto es que nuestro Dios está tan ofendido por los pecados de su pueblo, que ha enviado a decirle por medio de sus profetas, que lo entregará (a los enemigos) a causa de sus pecados.

11:9  Y como los hijos de Israel saben que han ofendido a su Dios, los ha invadido el temor de ti.

11:10  Además de esto, sufren hambre, y por falta de agua están ya como muertos.

11:11  Para colmo han resuelto matar sus bestias, para beberse la sangre de las mismas.

11:12  Incluso han pensado en usar las cosas consagradas al Señor su Dios, que Este les mandó no tocaran, como trigo, vino y aceite; quieren consumir lo que no deben tocar ni siquiera con las manos. Siendo tal su proceder, no hay duda que serán entregados en perdición.

11:13  Lo cual conociendo yo, sierva tuya, hui de ellos, y el Señor me ha mandado darte aviso de esto mismo.

11:14  Pues yo, tu sierva, adoro a Dios, aun ahora que estoy en tu poder; por eso saldrá tu sierva a hacer oración a Dios,

11:15  el cual me dirá cuándo querrá castigarlos por su pecado. Yo vendré a darte aviso, y entonces yo misma te conduciré por medio de Jerusalén, y tendrás en tu poder a todo el pueblo de Israel como ovejas sin pastor, y no ladrará ni un solo perro contra ti.

11:16  Todo esto me ha sido revelado por la providencia de Dios;

11:17  y porque Dios está indignado contra ellos, me ha enviado para anunciarte estas cosas.”

11:18  Todas estas palabras agradaron a Holofernes y a sus servidores, y maravillados de la sabiduría de Judit, se decían unos a otros:

11:19  “No hay sobre la tierra mujer como esta en talla, belleza y cordura de palabras.”

11:20  Y Holofernes le dijo: “Bien ha hecho Dios, que te ha enviado delante de ese pueblo para ponerlo en nuestras manos.

11:21  En cuanto a tu amable promesa, si tu Dios me la cumple, será Él también mi Dios, y tú serás grande en la casa de Nabucodonosor, y celebrado tu nombre en toda la tierra.”

Chapter 12

12:1  Entonces mandó que la llevasen adonde se guardaban sus tesoros, y que se quedase allí, y señaló lo que debía dársele de su mesa.

12:2  Judit le respondió y dijo: “Por ahora no podré comer de esas cosas que mandas darme, por no acarrear culpa sobre mí, sino que comeré de lo que he traído conmigo.”

12:3  Holofernes le replicó: “Y cuando te lleguen a faltar esas cosas que has traído, ¿qué haremos contigo?”

12:4  “Yo juro por tu vida, mi señor, respondió Judit, que no consumirá tu sierva todas estas cosas, sin que cumpla Dios por mi mano lo que he pensado.” Y los siervos de Holofernes la acompañaron al pabellón señalado.

12:5  Entrando allí, pidió permiso para salir fuera por la noche y antes de amanecer, para orar e invocar al Señor.

12:6  Dio, pues, Holofernes orden a sus camareros que durante tres días la dejasen salir y entrar para adorar a su Dios como ella quisiese.

12:7  De modo que salía por las noches al valle de Betulia, para lavarse en una fuente de agua.

12:8  Cuando volvía oraba al Señor, Dios de Israel, para que enderezase su camino, a fin de librar a su pueblo.

12:9  Y volviéndose a su pabellón permanecía allí purificada hasta que al anochecer tomaba su alimento.

12:10  A los cuatro días celebró Holofernes un convite con sus servidores, y dijo a Vagao, su eunuco: “Anda y persuade a esa hebrea que espontáneamente consienta en cohabitar conmigo.

12:11  Porque es cosa vergonzosa entre los asirios que una mujer se burle de un hombre, logrando salir intacta de sus manos.”

12:12  Entonces Vagao entró donde estaba Judit, y le dijo: “No vacile esta hermosa sierva en venir a casa de mi señor, para ser honrada en su presencia, comer con él y beber vino con alegría.”

12:13  Judit le respondió: “¿Quién soy yo para oponerme a mi señor?

12:14  Haré todo lo que le guste y mejor le parezca; y todo lo que sea de su agrado, esto será para mí lo mejor en todos los días de mi vida.”

12:15  Con esto se levantó, y adornada con todas sus galas, entró a presentarse delante de él.

12:16  Y se conmovió el corazón de Holofernes, pues se abrasaba en deseos de poseerla;

12:17  y le dijo: “Bebe ahora y siéntate a comer alegremente, porque has hallado gracia delante de mí.”

12:18  Judit le contestó: “Beberé, señor, pues recibo en este día mayor gloria que en todos los días de mi vida.”

12:19  Y tomó de lo que su criada le había preparado, y comió y bebió en su presencia.

12:20  Holofernes estuvo muy alegre a causa de ella; y bebió vino sin medida, más de lo que nunca en su vida había tomado.

Chapter 13

13:1  Cuando se hizo tarde, se retiraron prontamente los criados a sus alojamientos; fuese también Vagao, después de cerrar las puertas de la cámara.

13:2  Todos estaban tomados del vino,

13:3  y Judit quedaba sola en la cámara.

13:4  Holofernes estaba tendido en la cama, durmiendo profundamente a causa de su extraordinaria embriaguez.

13:5  Judit había dicho a su criada que aguardara fuera de la cámara.

13:6  Entonces Judit, estando de pie delante de la cama, oró con lágrimas, y moviendo apenas los labios,

13:7  dijo: “Dame valor, Señor, Dios de Israel, y echa en esta hora una mirada propicia sobre la obra de mis manos, para que ensalces, como lo tienes prometido, tu ciudad de Jerusalén; y ponga yo por obra lo que he pensado ejecutar con tu asistencia.”

13:8  Dicho esto, se arrimó al pilar que estaba a la cabecera de la cama de Holofernes, descolgó el alfanje que colgaba de él,

13:9  y habiéndolo desenvainado, asió a Holofernes por los cabellos de la cabeza, y dijo: “Señor Dios, dame valor en este momento”;

13:10  y dándole dos golpes en la cerviz, le cortó la cabeza. Luego desprendió las cortinas de los pilares y volcó al suelo su cadáver hecho un tronco.

13:11  Inmediatamente salió y entregó la cabeza de Holofernes a su criada, mandándole que la metiese en su talego.

13:12  Después se fueron las dos, según costumbre, como para ir a la oración, y atravesando el campamento y rodeando el valle, llegaron a la puerta de la ciudad.

13:13  Judit, desde lejos, gritó a los centinelas de la muralla: “Abrid las puertas, porque Dios está con nosotros y ha mostrado su poder en favor de Israel.”

13:14  Luego que los centinelas reconocieron su voz, llamaron a los ancianos de la ciudad.

13:15  Y vinieron corriendo a ella todos, desde el menor hasta el mayor, porque ya no esperaban que ella volviese.

13:16  Encendieron luminarias, y se pusieron todos alrededor de ella. Entonces Judit, subiendo a un sitio elevado, mandó guardar silencio; y cuando todos callaron,

13:17  habló de esta manera: “Alabad al Señor, Dios nuestro, que no ha desamparado a los que esperaban en Él.

13:18  Por medio de mí, esclava suya, ha cumplido la promesa de mostrar su misericordia para con la casa de Israel, y por mi mano ha quitado la vida esta noche al enemigo de su pueblo.”

13:19  Y sacando del talego la cabeza de Holofernes, se la mostró, diciendo: “Ved aquí la cabeza de Holofernes, jefe del ejército de los asirios, y he aquí el cortinaje dentro del cual estaba acostado en su embriaguez, y donde el Señor, nuestro Dios, le ha degollado por mano de una mujer.

13:20  Os juro por el mismo Señor que su ángel me ha guardado, así al ir de aquí, como estando allí, y al volver de allí para aquí; ni ha permitido el Señor que yo, su sierva, fuese amancillada, sino que me ha restituido a vosotros sin mancha de pecado, gozosa por su victoria, por mi salvación y por vuestra liberación.

13:21  Alabadle todos por su bondad, porque es eterna su misericordia.”

13:22  Entonces todos, adorando al Señor, dijeron a Judit: “El Señor te ha bendecido, dándote su poder; pues por medio de ti ha aniquilado a nuestros enemigos.”

13:23  Ocías, príncipe del pueblo de Israel, le dijo: “Bendita eres del Señor, Dios Altísimo, oh hija, sobre todas las mujeres de la tierra.

13:24  Bendito sea el Señor, creador del cielo y de la tierra, que ha dirigido tu mano para cortar la cabeza del caudillo de nuestros enemigos.

13:25  Hoy ha hecho Él tan célebre tu nombre, que no cesarán de pregonar tus alabanzas los hombres, que conservarán para siempre la memoria del poder del Señor; pues has expuesto tu vida por tu pueblo, viendo las angustias y la tribulación de tu gente, y nos has salvado de la ruina, acudiendo a nuestro Dios.”

13:26  A lo que respondió todo el pueblo: “¡Así sea, así sea!”

13:27  También Aquior, al ser llamado, se presentó, y Judit le dijo: “El Dios de Israel, de quien tú diste testimonio de que sabe tomar venganza de sus enemigos, El mismo ha cortado esta noche por mi mano la cabeza de todos los incrédulos.

13:28  Y para que conozcas que es así, ve aquí la cabeza de Holofernes, el que en su soberbia despreció al Dios de Israel y te amenazó con muerte, diciendo: «Después de mi triunfo sobre el pueblo de Israel, mandaré atravesarte el costado con la espada».”

13:29  Aquior, al ver la cabeza de Holofernes, se estremeció de pavor y cayó sobre su rostro en tierra, desmayándose su alma.

13:30  Pero luego que recobrando el aliento, volvió en sí, se postró a los pies de Judit, y adorándola, dijo:

13:31  “Bendita eres tú de tu Dios en todos los tabernáculos de Jacob; porque en todos los pueblos que oyeren mentar tu nombre, será glorificado por causa de ti el Dios de Israel.”

Chapter 14

14:1  Dijo Judit a todo el pueblo: “Oídme, hermanos; colgad esta cabeza en lo alto de nuestros muros;

14:2  y al salir el sol, tome cada uno sus armas, y salid con ímpetu, no para descender abajo, sino aparentando que vais a acometerlos.

14:3  Entonces los centinelas, necesariamente correrán a despertar a su comandante para el combate;

14:4  y cuando los capitanes concurran al pabellón de Holofernes, y hallen a este sin cabeza, revolcado en su propia sangre, el pavor se va a apoderar de ellos.

14:5  Vosotros, empero, cuando advirtáis que huyen, perseguidlos sin temor, porque el Señor los aplastará debajo de vuestros pies.”

14:6  Entonces Aquior, viendo el prodigio que Dios había hecho en favor de Israel, abandonó los ritos de los gentiles, creyó en Dios, y se incorporó, por medio de la circuncisión al pueblo de Israel, y toda su descendencia hasta hoy día.

14:7  Luego que se hizo de día, colgaron la cabeza de Holofernes en lo alto de la muralla, y tomando cada uno sus armas, salieron con grande estruendo y algazara.

14:8  Al ver esto los centinelas, corrieron al pabellón de Holofernes.

14:9  Los que estaban en el pabellón, se acercaron a la entrada de la cámara e hicieron ruido para despertarlo, procurando interrumpirle el sueño sin llamar la atención, a fin de que Holofernes se despertase con el ruido sin que nadie tuviera que despertarlo directamente;

14:10  porque nadie osaba llamar ni entrar para abrir la cámara del caudillo de los asirios.

14:11  Acudieron sus generales y tribunos, y todos los oficiales mayores del ejército del rey de los asirios, y dijeron a los camareros:

14:12  “Entrad y despertadlo, porque han salido los ratones de sus agujeros, y han tenido la osadía de provocarnos a batalla.”

14:13  Entonces Vagao, entrando en la cámara, se paró delante de la cortina, y dio palmadas con sus manos; pues sospechaba que estaba durmiendo con Judit.

14:14  Pero cuando aplicando el oído, no percibió ni el más leve movimiento de persona acostada, se arrimó más a la cortina, y alzándola vio el cadáver de Holofernes sin cabeza, tendido en tierra, y bañado en su propia sangre. Prorrumpió en grandes gritos y lágrimas, rasgó sus vestidos,

14:15  y entró en el alojamiento de Judit, pero no la encontró. Con esto salió corriendo donde estaba la gente, y dijo:

14:16  “Una mujer hebrea ha cubierto de afrenta la casa del rey Nabucodonosor, porque ahí yace Holofernes tendido en tierra, y no está en él su cabeza.”

14:17  Al oír esto los jefes del ejército de los asirios, rasgaron todos sus vestidos y se apoderó de ellos un temor y temblor sumamente grande. Quedaron muy conturbados sus ánimos,

14:18  y se levantó una gritería espantosa por todo el campamento.

Chapter 15

15:1  Cuando supo todo el ejército que Holofernes había sido degollado, perdieron el seso, y sin saber qué hacer, agitados solo del terror y del miedo, buscaron su salvación en la fuga.

15:2  Sin hablar ninguno con su compañero, cabizbajos, abandonándolo todo, se daban prisa a escapar de los hebreos, que oían venir armados sobre ellos, y a huir a través de los campos y por los senderos de los collados.

15:3  Los israelitas, viéndolos huir, siguieron a su alcance, y bajaron, tocando las trompetas y dando grandes gritos en pos de ellos.

15:4  Y como los asirios iban desparramados en precipitada huida, y los israelitas los perseguían en un solo cuerpo, derrotaban a cuantos podían encontrar.

15:5  Al mismo tiempo Ocías despachó mensajeros a todas las ciudades y provincias de Israel,

15:6  de modo que cada provincia y cada ciudad envió en pos de ellos a los jóvenes armados, los más escogidos, que los fueron persiguiendo y acuchillando hasta llegar a los últimos términos del país.

15:7  Los otros que habían quedado en Betulia, entraron en el campamento de los asirios, y tomando los despojos que estos en la huida habían dejado, volvieron bien cargados.

15:8  Por su parte, los que victoriosos del enemigo regresaron a Betulia, trajeron consigo todo lo que había sido de los asirios, en tanta abundancia, que no podían contarse los ganados, ni las bestias de carga, ni todos los demás objetos; y así todos quedaron ricos, desde el menor hasta el mayor, con los despojos de ellos.

15:9  También Joaquim, el Sumo Sacerdote, vino de Jerusalén a Betulia con todos sus ancianos, para ver a Judit;

15:10  y habiendo salido ella a recibirlo, todos a una voz la bendijeron, diciendo: “Tú eres la gloria de Jerusalén, tú la alegría de Israel, tú la honra de nuestro pueblo.

15:11  Porque te has portado varonilmente, y tu corazón ha sido fuerte. Pues has amado la castidad y después de tu marido no has conocido otro varón; por esto la mano del Señor te ha confortado, y por lo mismo serás bendita para siempre.”

15:12  A lo que respondió todo el pueblo: “¡Así sea, así sea!”

15:13  Apenas bastaron treinta días para que el pueblo de Israel recogiese los despojos de los asirios.

15:14  Todas las cosas que se conoció haber sido propias de Holofernes: oro, plata, vestidos, pedrería y toda suerte de objetos, se las dieron a Judit. Todas le fueron entregadas por el pueblo.

15:15  Y todo el pueblo, con las mujeres, doncellas y jóvenes, estaban llenos de regocijo, al son de flautas y cítaras.

Chapter 16

16:1  Entonces Judit cantó al Señor este cántico, diciendo:

16:2  Entonad un himno al Señor al son de tamboriles, cantad al Señor con címbalos, cantad en honor suyo un salmo nuevo; ensalzad y aclamad su nombre.

16:3  El Señor quebranta las guerras; Señor es su nombre.

16:4  Él asentó sus reales en su pueblo, para librarnos del poder de todos nuestros enemigos.

16:5  Vino Asur de los montes del Norte, con las miríadas de su ejército; su muchedumbre detuvo los arroyos, y sus caballos cubrieron los valles.

16:6  Quería él abrasar mi país, pasar a cuchillo mi juventud, dar en presa mis niños, y llevarse cautivas mis vírgenes.

16:7  Mas el Señor Todopoderoso le hirió, entregándolo en manos de una mujer que le quitó la vida.

16:8  Porque no por manos de jóvenes cayó su caudillo, ni lo destruyeron titanes, ni le asaltaron altos gigantes. Judit, hija de Merarí, le derribó con la belleza de su rostro.

16:9  Se quitó el hábito de su viudez, y se vistió de gala, para que los hijos de Israel saltasen de alegría.

16:10  Ungió su rostro con perfumes, prendió sus cabellos con el turbante, se puso nueva estola para engañarle.

16:11  Sus sandalias le robaron los ojos, su hermosura le cautivó el, corazón; le cortó la cabeza con su mismo alfanje.

16:12  Se pasmaron los persas de su audacia, y los medos de su osadía.

16:13  Resonó de alaridos el campamento de los asirios, cuando vinieron mis pobres abrasados de sed.

16:14  Hijos de madres jóvenes los acuchillaron, los mataron como a niños que huyen. Perecieron en la batalla, delante del Señor mi Dios.

16:15  Cantemos un himno al Señor; un himno nuevo a nuestro Dios.

16:16  Adonai, Señor, Tú eres grande y muy glorioso en tu poder; nadie puede sobrepujarte.

16:17  Sírvante todas tus creaturas, porque dijiste y fueron hechas; enviaste tu Espíritu, y fueron creadas; no hay quien resista a tu voz.

16:18  Los montes y las aguas se conmueven hasta los cimientos; se derriten las peñas como cera en tu presencia.

16:19  Mas los que te temen, son grandes delante de Ti, en todas las cosas.

16:20  ¡Ay de la nación que se levante contra mi pueblo! porque el Señor Todopoderoso tomará de ella venganza, la visitará en el día del juicio;

16:21  pues enviará fuego y gusanos sobre sus carnes, para que se abrasen y sufran eternamente.

16:22  Después de esto, conseguida la victoria, todo el pueblo fue a Jerusalén a adorar al Señor; y luego que se purificaron, ofrecieron todos sus holocaustos y cumplieron sus votos y promesas.

16:23  Judit ofreció, en anatema de olvido, todos los instrumentos bélicos de Holofernes, que el pueblo le había dado, y aquel cortinaje que ella misma había quitado de su cama.

16:24  El pueblo se entregaba al regocijo a la vista del Santuario, y el gozo de esta victoria se celebró con Judit durante tres meses.

16:25  Pasados estos días, regresó cada cual a su casa. Judit fue muy celebrada en Betulia, y era la mujer más ilustre de todo el país de Israel.

16:26  Porque uniendo a la valentía la castidad, no conoció otro varón en toda su vida, después que falleció su marido Manasés.

16:27  En los días de fiesta salía en público, llena de gloria.

16:28  Permaneció en la casa de su marido ciento cinco años, y dio la libertad a su sierva. Cuando murió fue sepultada con su marido en Betulia,

16:29  llorándola todo el pueblo por espacio de siete días.

16:30  Durante toda su vida y muchos años después de su muerte no hubo quien turbase (la paz) de Israel.

16:31  El día de la fiesta de esta victoria es contado por los hebreos en el número de los días santos y es celebrado por los judíos desde aquel tiempo hasta el presente.