SpaPlatense - Romans

Chapter 1

1:1  Pablo, siervo de Cristo Jesús, llamado a ser apóstol, separado para el Evangelio de Dios

1:2  —que Él había prometido antes por sus profetas en las Escrituras santas—

1:3  (Evangelio que trata) del Hijo suyo, del nacido de la semilla de David según la carne,

1:4  de Jesucristo Señor nuestro, destinado (para ser manifestado) Hijo de Dios en poder, conforme al Espíritu de santidad, desde la resurrección de los muertos,

1:5  por Quien hemos recibido gracia y apostolado para obediencia fiel, por razón de su Nombre, entre todos los gentiles,

1:6  de los cuales sois también vosotros, llamados de Jesucristo.

1:7  A todos los que os halláis en Roma, amados de Dios, llamados santos: gracia a vosotros y paz, de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.

1:8  Ante todo doy gracias a mi Dios, mediante Jesucristo, por todos vosotros, porque vuestra fe es celebrada en todo el mundo.

1:9  Pues testigo me es Dios, a quien sirvo en mi espíritu en el Evangelio de su Hijo, de que sin cesar os recuerdo,

1:10  rogando siempre en mis oraciones, que de cualquier modo encuentre al fin, por la voluntad de Dios, allanado el camino para ir a vosotros.

1:11  Porque anhelo veros, a fin de comunicaros algún don espiritual, para que seáis confirmados,

1:12  esto es, para que yo, entre vosotros, sea junto con vosotros consolado, por la mutua comunicación de la fe, vuestra y mía.

1:13  Pues no quiero ignoréis, hermanos, que muchas veces me he propuesto ir a vosotros —pero he sido impedido hasta el presente— para que tenga algún fruto también entre vosotros, así como entre los demás gentiles.

1:14  A griegos y a bárbaros, a sabios y a ignorantes, soy deudor.

1:15  Así, pues, cuanto de mí depende, pronto estoy a predicar el Evangelio también a vosotros los que os halláis en Roma.

1:16  Pues no me avergüenzo del Evangelio; porque es fuerza de Dios para salvación de todo el que cree, del judío primeramente, y también del griego.

1:17  Porque en él se revela la justicia que es de Dios, mediante fe para fe, según está escrito: “El justo vivirá por la fe”.

1:18  Pues la ira de Dios se manifiesta desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres, que injustamente cohíben la verdad;

1:19  puesto que lo que es dable conocer de Dios está manifiesto en ellos, ya que Dios se lo manifestó.

1:20  Porque lo invisible de Él, su eterno poder y su divinidad, se hacen notorios desde la creación del mundo, siendo percibidos por sus obras, de manera que no tienen excusa;

1:21  por cuanto conocieron a Dios y no lo glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su insensato corazón fue oscurecido.

1:22  Diciendo ser sabios, se tornaron necios,

1:23  y trocaron la gloria del Dios incorruptible en imágenes que representan al hombre corruptible, aves, cuadrúpedos y reptiles.

1:24  Por lo cual los entregó Dios a la inmundicia en las concupiscencias de su corazón, de modo que entre ellos afrentasen sus propios cuerpos.

1:25  Ellos trocaron la verdad de Dios por la mentira, y adoraron y dieron culto a la creatura antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén.

1:26  Por esto los entregó Dios a pasiones vergonzosas, pues hasta sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza.

1:27  E igualmente los varones, dejando el uso natural de la mujer, se abrazaron en mutua concupiscencia, cometiendo cosas ignominiosas varones con varones, y recibiendo en sí mismos la paga merecida de sus extravíos.

1:28  Y como no estimaron el conocimiento de Dios, los entregó Dios a una mente depravada para hacer lo indebido,

1:29  henchidos de toda injusticia, malicia, codicia, maldad, llenos de envidia, homicidio, riña, dolos, malignidad; murmuradores,

1:30  calumniadores, aborrecedores de Dios, indolentes, soberbios, fanfarrones, inventores de maldades, desobedientes a sus padres;

1:31  insensatos, desleales, hombres sin amor y sin misericordia.

1:32  Y si bien conocen que según lo establecido por Dios los que practican tales cosas son dignos de muerte, no solo las hacen, sino que también se complacen en los que las practican.

Chapter 2

2:1  Por lo tanto no tienes excusa, oh hombre, quienquiera que seas, al juzgar; porque en lo que juzgas a otro, a ti mismo te condenas; puesto que tú que juzgas incurres en lo mismo.

2:2  Pues sabemos que el juicio de Dios contra los que practican tales cosas, es según la verdad.

2:3  ¿Piensas tú, oh hombre, que juzgas a los que tales cosas hacen y las practicas tú mismo, que escaparás al juicio de Dios?

2:4  ¿O desprecias la riqueza de su bondad, paciencia y longanimidad, ignorando que la benignidad de Dios te lleva al arrepentimiento?

2:5  Conforme a tu dureza y tu corazón impenitente, te atesoras ira para el día de la cólera y de la revelación del justo juicio de Dios,

2:6  el cual dará a cada uno el pago según sus obras:

2:7  a los que, perseverando en el bien obrar, buscan gloria y honra e incorruptibilidad, vida eterna;

2:8  mas a los rebeldes, y a los que no obedecen a la verdad, pero sí obedecen a la injusticia, ira y enojo.

2:9  Tribulación y angustia para toda alma humana que obra el mal: primero para el judío, y también para el griego;

2:10  pero gloria y honra y paz para aquel que obra el bien: primero para el judío, y también para el griego.

2:11  Pues en Dios no hay acepción de personas.

2:12  Porque cuantos han pecado sin la Ley, sin la Ley también perecerán; y cuantos han pecado bajo la Ley, según la Ley serán juzgados.

2:13  Pues no los que oyen la Ley son justos ante Dios; sino que serán justificados los que cumplen la Ley.

2:14  Cuando los gentiles, que no tienen Ley, hacen por la razón natural las cosas de la Ley, ellos, sin tener Ley, son Ley para sí mismos,

2:15  pues muestran que la obra de la Ley está escrita en sus corazones, por cuanto les da testimonio su conciencia y sus razonamientos, acusándolos o excusándolos recíprocamente.

2:16  Así será, pues, en el día en que juzgará Dios por medio de Jesucristo, los secretos de los hombres según mi Evangelio.

2:17  Pero, si tú que te llamas judío, y descansas sobre la Ley, y te glorías en Dios,

2:18  y conoces su voluntad, y experimentas las cosas excelentes, siendo amaestrado por la Ley,

2:19  y presumes de ser guía de ciegos, luz para los que están en tinieblas,

2:20  educador de ignorantes, maestro de niños, teniendo en la Ley la norma del saber y de la verdad,

2:21  tú pues, que enseñas a otro, ¿no te enseñas a ti mismo? Tú que predicas que no se debe hurtar, ¿hurtas?

2:22  Tú que dices que no se debe adulterar, ¿cometes adulterio? Tú que aborreces a los ídolos, ¿saqueas los templos?

2:23  Tú que te glorías en la Ley, ¿traspasando la Ley deshonras a Dios?

2:24  “Porque el nombre de Dios es blasfemado por causa de vosotros entre los gentiles”, según está escrito.

2:25  La circuncisión en verdad aprovecha si cumples la Ley, mas si eres transgresor de la Ley, tu circuncisión se ha hecho incircuncisión.

2:26  Si, pues, los incircuncisos guardaren los preceptos de la Ley, ¿no se reputará su incircuncisión por circuncisión?

2:27  Y aquellos que en naturaleza son incircuncisos, si cumplieren la Ley, ¿no te juzgarán a ti que, con la letra y la circuncisión, eres transgresor de la Ley?

2:28  Porque no es judío el que lo es exteriormente, ni es circuncisión la que se hace por fuera en la carne;

2:29  antes bien es judío el que lo es en lo interior, y es circuncisión la del corazón según el espíritu y no según la letra, cuya alabanza no es de los hombres sino de Dios.

Chapter 3

3:1  ¿Qué ventaja tiene, pues, el judío? o ¿qué aprovecha la circuncisión?

3:2  Mucho en todo sentido; porque primeramente les fueron confiados los oráculos de Dios.

3:3  ¿Qué importa si algunos de ellos permanecieron incrédulos? ¿Acaso su incredulidad hará nula la fidelidad de Dios?

3:4  De ninguna manera. Antes bien, hay que reconocer que Dios es veraz, y todo hombre mentiroso, según está escrito: “Para que seas justificado en tus palabras, y venzas cuando vengas a juicio”.

3:5  Mas si nuestra injusticia da realce a la justicia de Dios, ¿qué diremos? ¿Será acaso Dios injusto si descarga su ira? —hablo como hombre—.

3:6  No por cierto. ¿Cómo podría entonces Dios juzgar al mundo?

3:7  Pues si la veracidad de Dios, por medio de mi falsedad, redunda en mayor gloria suya, ¿por qué he de ser yo aun condenado como pecador?

3:8  Y ¿por qué no (decir), según nos calumnian, y como algunos afirman que nosotros decimos: “Hagamos el mal para que venga el bien”? Justa es la condenación de los tales.

3:9  ¿Qué decir entonces? ¿Tenemos acaso alguna ventaja nosotros? No, de ningún modo, porque hemos probado ya que tanto los judíos como los griegos, todos, están bajo el pecado;

3:10  según está escrito: “No hay justo, ni siquiera uno;

3:11  no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios.

3:12  Todos se han extraviado, a una se han hecho inútiles; no hay quien haga el bien, no hay ni uno siquiera.

3:13  Sepulcro abierto es su garganta, con sus lenguas urden engaño, veneno de áspides hay bajo sus labios,

3:14  su boca rebosa maldición y amargura.

3:15  Veloces son sus pies para derramar sangre;

3:16  destrucción y miseria están en sus caminos;

3:17  y el camino de la paz no lo conocieron.

3:18  No hay temor de Dios ante sus ojos”.

3:19  Ahora bien, sabemos que cuanto dice la Ley, lo dice a los que están bajo la Ley, para que toda boca enmudezca y el mundo entero sea reo ante Dios;

3:20  dado que por obras de la Ley no será justificada delante de Él carne alguna; pues por medio de la Ley (nos viene) el conocimiento del pecado.

3:21  Mas ahora, aparte de la Ley, se ha manifestado (cuál sea la) justicia de Dios, atestiguada por la Ley y los Profetas:

3:22  justicia de Dios por la fe en Jesucristo, para todos lo que creen —pues no hay distinción alguna,

3:23  ya que todos han pecado y están privados de la gloria de Dios—,

3:24  (los cuales son) justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es por Cristo Jesús,

3:25  a quien Dios puso como instrumento de propiciación, por medio de la fe en su sangre, para que aparezca la justicia suya —por haberse disimulado los anteriores pecados

3:26  en (el tiempo de) la paciencia de Dios— para manifestar su justicia en el tiempo actual, a fin de que sea Él mismo justo y justificador del que tiene fe en Jesús.

3:27  ¿Dónde, pues, el gloriarse? Excluido está. ¿Por cuál Ley? ¿la de las obras? No, sino por la Ley de la fe.

3:28  En conclusión decimos, pues, que el hombre es justificado por la fe, sin las obras de la Ley.

3:29  ¿Acaso Dios es solo el Dios de los judíos? ¿No lo es también de los gentiles? Ciertamente, también de los gentiles;

3:30  puesto que uno mismo es el Dios que justificará a los circuncisos en virtud de la fe y a los incircuncisos por medio de la fe.

3:31  ¿Anulamos entonces la Ley por la fe? De ninguna manera; antes bien, confirmamos la Ley.

Chapter 4

4:1  ¿Qué diremos luego que obtuvo Abrahán, nuestro Padre según la carne?

4:2  Porque si Abrahán fue justificado por obras, tiene de qué gloriarse; mas no delante de Dios.

4:3  Pues ¿qué dice la Escritura? “Abrahán creyó a Dios, y le fue imputado a justicia”.

4:4  Ahora bien, a aquel que trabaja, el jornal no se le cuenta como gracia, sino como deuda;

4:5  mas al que no trabaja, sino que cree en Aquel que justifica al impío, su fe se le reputa por justicia,

4:6  así como también David pregona la bienaventuranza del hombre a quien Dios imputa la justicia sin obras:

4:7  “Bienaventurados aquellos a quienes fueron perdonadas las iniquidades, y cuyos pecados han sido cubiertos.

4:8  Bienaventurado el hombre a quien el Señor no imputa su pecado”.

4:9  Pues bien, esta bienaventuranza ¿es solo para los circuncisos, o también para los incircuncisos?, porque decimos que a Abrahán la fe le fue imputada a justicia.

4:10  ¿Mas cómo le fue imputada? ¿Antes de la circuncisión o después de ella? No después de la circuncisión, sino antes.

4:11  Y recibió el signo de la circuncisión como sello de la justicia de la fe que obtuvo, siendo aún incircunciso, para que fuese padre de todos los creyentes no circuncidados, a fin de que también a ellos se les imputase la justicia;

4:12  como asimismo padre de los circuncisos, de aquellos que no solamente han recibido la circuncisión, sino que también siguen los pasos de la fe que nuestro padre Abrahán tenía siendo aún incircunciso.

4:13  Pues no por medio de la Ley fue hecha la promesa a Abrahán, o a su descendencia, de ser heredero del mundo, sino por la justicia que viene de la fe.

4:14  Porque si los de la Ley son herederos, la fe ha venido a ser vana, y la promesa de ningún valor,

4:15  dado que la Ley obra ira; porque donde no hay Ley, tampoco hay transgresión.

4:16  De ahí (que la promesa se hiciera) por la fe, para que fuese de gracia, a fin de que la promesa permanezca firme para toda la posteridad, no solo para la que es de la Ley, sino también para la que sigue la fe de Abrahán, el cual es el padre de todos nosotros,

4:17  —según está escrito: “Padre de muchas naciones te he constituido”— ante Aquel a quien creyó: Dios, el cual da vida a los muertos, y llama las cosas que (aún ) no son como si (ya) fuesen.

4:18  Abrahán, esperando contra toda esperanza, creyó que vendría a ser padre de muchas naciones, según lo que había sido dicho: “Así será tu posteridad”.

4:19  Y no flaqueó en la fe al considerar su mismo cuerpo ya decrépito, teniendo él como cien años, ni el amortecimiento del seno de Sara;

4:20  sino que, ante la promesa de Dios, no vaciló incrédulo, antes bien fue fortalecido por la fe dando gloria a Dios,

4:21  plenamente persuadido de que Él es poderoso para cumplir cuanto ha prometido.

4:22  Por lo cual también le fue imputado a justicia;

4:23  y no para él solamente se escribió que le fue imputado,

4:24  sino también para nosotros, a quienes ha de imputársenos; a los que creemos en Aquel que resucitó a Jesús Señor nuestro de entre los muertos;

4:25  el cual fue entregado a causa de nuestros pecados y resucitado para nuestra justificación.

Chapter 5

5:1  Justificados, pues, por la fe, tenemos paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo,

5:2  por quien, en virtud de la fe, hemos obtenido asimismo el acceso a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.

5:3  Y no solamente esto, sino que nos gloriamos también en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación obra paciencia;

5:4  la paciencia, prueba; la prueba, esperanza;

5:5  y la esperanza no engaña, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones mediante el Espíritu Santo que nos ha sido dado.

5:6  Porque cuando todavía éramos débiles, Cristo, al tiempo debido, murió por los impíos.

5:7  A la verdad, apenas hay quien entregue su vida por un justo; alguno tal vez se animaría a morir por un bueno.

5:8  Mas Dios da la evidencia del amor con que nos ama, por cuanto, siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.

5:9  Mucho más, pues, siendo ahora justificados por su sangre, seremos por Él salvados de la ira.

5:10  Pues, si como enemigos fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más después de reconciliados seremos salvados por su vida.

5:11  Y no solo esto, sino que aun nos gloriamos en Dios, por nuestro Señor Jesucristo, por quien ahora hemos logrado la reconciliación.

5:12  Por tanto, como por un solo hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte, también así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron;

5:13  porque ya antes de la Ley había pecado en el mundo, mas el pecado no se imputa si no hay Ley.

5:14  Sin embargo, reinó la muerte desde Adán hasta Moisés, aun sobre los que no habían pecado a la manera de la transgresión de Adán, el cual es figura de Aquel que había de venir.

5:15  Mas no fue el don como el delito, pues si por el delito del uno, los muchos murieron, mucho más copiosamente se derramó sobre los muchos la gracia de Dios y el don por la gracia de un solo hombre, Jesucristo.

5:16  Y con el don no sucedió como con aquel uno que pecó, puesto que de uno solo vino el juicio para condenación, mas el don para justificación vino por muchos delitos.

5:17  Pues si por el delito de uno solo la muerte reinó por culpa del uno, mucho más los que reciben la sobreabundancia de la gracia y del don de la justicia, reinarán en vida por el uno: Jesucristo.

5:18  De esta manera, como por un solo delito (vino juicio ) sobre todos los hombres para condenación, así también por una sola obra de justicia (viene la gracia) a todos los hombres para justificación de vida.

5:19  Porque como por la desobediencia de un solo hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno solo los muchos serán constituidos justos.

5:20  Se subintrodujo, empero, la Ley, de modo que abundase el delito; mas donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia;

5:21  para que, como reinó el pecado por la muerte, así también reinase la gracia, por la justicia, para eterna vida, por medio de Jesucristo nuestro Señor.

Chapter 6

6:1  ¿Qué diremos, pues? ¿Permaneceremos en el pecado, para que abunde la gracia?

6:2  De ninguna manera. Los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos todavía en él?

6:3  ¿Ignoráis acaso que cuantos fuimos bautizados en Cristo Jesús, en su muerte fuimos bautizados?

6:4  Por eso fuimos, mediante el bautismo, sepultados junto con Él en la muerte, a fin de que como Cristo fue resucitado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros caminemos en nueva vida.

6:5  Pues si hemos sido injertados (en Él) en la semejanza de su muerte, lo seremos también en la de su resurrección,

6:6  sabiendo que nuestro hombre viejo fue crucificado (con Él) para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado;

6:7  pues el que murió, justificado está del pecado.

6:8  Y si hemos muerto con Cristo, creemos que viviremos también con Él;

6:9  sabiendo que Cristo, resucitado de entre los muertos, ya no muere; la muerte ya no puede tener dominio sobre Él.

6:10  Porque la muerte que Él murió, la murió al pecado una vez para siempre; mas la vida que Él vive, la vive para Dios.

6:11  Así también vosotros teneos por muertos para el pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús.

6:12  No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que obedezcáis a sus concupiscencias,

6:13  ni sigáis ofreciendo al pecado vuestros miembros como armas de iniquidad; antes bien, ofreceos vosotros mismos a Dios, como resucitados de entre los muertos, y vuestros miembros como armas de justicia para Dios.

6:14  Porque el pecado no tendrá dominio sobre vosotros; pues no estáis bajo la Ley, sino bajo la gracia.

6:15  Entonces ¿qué? ¿Pecaremos por cuanto no estamos bajo la Ley sino bajo la gracia? De ninguna manera.

6:16  ¿No sabéis que si a alguien os entregáis como esclavos para obedecerle, esclavos sois de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, sea de la obediencia para justicia?

6:17  Pero gracias a Dios, así como erais esclavos del pecado, habéis venido a ser obedientes de corazón a aquella forma de doctrina, a la cual os entregasteis;

6:18  y libertados del pecado vinisteis a ser siervos de la justicia.

6:19  Hablo como suelen hablar los hombres, a causa de la flaqueza de vuestra carne. Porque así como para iniquidad entregasteis vuestros miembros como esclavos a la impureza y a la iniquidad, así ahora entregad vuestros miembros como siervos a la justicia para la santificación.

6:20  En efecto, cuando erais esclavos del pecado estabais independizados en cuanto a la justicia.

6:21  ¿Qué fruto lograbais entonces de aquellas cosas de que ahora os avergonzáis, puesto que su fin es la muerte?

6:22  Mas ahora, libertados del pecado, y hechos siervos para Dios, tenéis vuestro fruto en la santificación y como fin vida eterna.

6:23  Porque el salario del pecado es la muerte, mas la gracia de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.

Chapter 7

7:1  ¿Acaso ignoráis, hermanos —pues hablo a quienes conocen la Ley—, que la Ley tiene dominio sobre el hombre mientras dure la vida?

7:2  Porque la mujer casada ligada está por ley a su marido, durante la vida de este; mas muerto el marido, queda desligada de la ley del marido.

7:3  Por consiguiente, será considerada como adúltera si, viviendo el marido, se uniere a otro varón. Pero si muriere el marido, libre es de esa ley de manera que no será adúltera siendo de otro varón.

7:4  Así también vosotros, hermanos míos, habéis muerto a la Ley por medio del cuerpo de Cristo, para pertenecer a otro, a Aquel que fue resucitado de entre los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios.

7:5  Porque cuando estábamos en la carne, las pasiones de los pecados, por medio de la Ley, obraban en nuestros miembros, haciéndonos llevar fruto para muerte.

7:6  Mas ahora, muertos a aquello en que éramos detenidos, estamos desligados de la Ley, de modo que servimos ya en novedad de espíritu y no en vejez de letra.

7:7  ¿Qué diremos, pues? ¿Qué la Ley es pecado? De ningún modo. Sin embargo, yo no conocí el pecado sino por la Ley. Pues yo no habría conocido la codicia si la Ley no dijera: “No codiciarás”.

7:8  Mas el pecado, tomando ocasión del mandamiento, produjo en mí toda suerte de codicias, porque sin la Ley el pecado es muerto.

7:9  Yo vivía en un tiempo sin Ley, mas viniendo el mandamiento, el pecado revivió;

7:10  y yo morí, y hallé que el mismo mandamiento dado para vida, me fue para muerte;

7:11  porque el pecado, tomando ocasión del mandamiento, me engañó y por él mismo me mató.

7:12  Así que la Ley, por su parte, es santa y el mandamiento es santo y justo y bueno.

7:13  Luego ¿lo bueno vino a ser muerte para mí? Nada de eso; sino que el pecado, para mostrarse pecado, obró muerte en mí por medio de lo que es bueno, a fin de que, mediante el precepto, el pecado viniese a ser sobremanera pecaminoso.

7:14  Porque sabemos que la Ley es espiritual, mas yo soy carnal, vendido por esclavo al pecado.

7:15  Pues no entiendo lo que hago; porque no hago lo que quiero; sino lo que aborrezco, eso hago.

7:16  Mas si lo que hago es lo que no quiero, reconozco que la Ley es buena.

7:17  Ya no soy, pues, yo quien lo hago, sino el pecado que habita en mí.

7:18  Que bien sé que no hay en mí, es decir, en mi carne, cosa buena, ya que tengo presente el querer el bien, mas el realizarlo no.

7:19  Por cuanto el bien que quiero no lo hago; antes bien, el mal que no quiero, eso practico.

7:20  Mas si hago lo que no quiero, ya no soy yo quien obro así, sino el pecado que vive en mí.

7:21  Hallo, pues, esta Ley: que queriendo yo hacer el bien, el mal se me pone delante.

7:22  Cierto que me deleito en la Ley de Dios, según el hombre interior;

7:23  mas veo otra ley en mis miembros que repugna a la Ley de mi mente y me sojuzga a la ley del pecado que está en mis miembros.

7:24  ¡Desdichado de mí! ¿Quién me libertará de este cuerpo mortal?

7:25  ¡Gracias a Dios por Jesucristo nuestro Señor! Así que, yo mismo con la mente sirvo a la Ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado.

Chapter 8

8:1  Por tanto, ahora no hay condenación alguna para los que están en Cristo Jesús.

8:2  Porque la Ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha liberado de la ley del pecado, y de la muerte.

8:3  Lo que era imposible a la Ley, por cuanto estaba debilitada por la carne, hízolo Dios enviando a su Hijo en carne semejante a la del pecado, y en reparación por el pecado condenó el pecado en la carne,

8:4  para que lo mandado por la Ley se cumpliese en nosotros, los que caminamos no según la carne, sino según el espíritu.

8:5  Pues los que viven según la carne, piensan en las cosas de la carne; mas los que viven según el espíritu, en las del espíritu.

8:6  Y el sentir de la carne es muerte; mas el sentir del espíritu es vida y paz.

8:7  Pues el sentir de la carne es enemistad contra Dios, porque no se sujeta a la Ley de Dios ni puede en verdad hacerlo.

8:8  Y los que viven en la carne no pueden, entonces, agradar a Dios.

8:9  Vosotros, empero, no estáis en la carne sino en el espíritu, si es que el Espíritu de Dios habita en vosotros. Si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, ese tal no es de Él.

8:10  Si, en cambio, Cristo habita en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto por causa del pecado, mas el espíritu es vida a causa de la justicia.

8:11  Y si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, Aquel que resucitó a Cristo de entre los muertos vivificará también vuestros cuerpos mortales por medio de ese Espíritu suyo que habita en vosotros.

8:12  Así, pues, hermanos, somos deudores: no de la carne para vivir según la carne;

8:13  pues si vivís según la carne, habéis de morir; mas si por el espíritu hacéis morir las obras del cuerpo, viviréis.

8:14  Porque todos cuantos son movidos por el Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios,

8:15  dado que no recibisteis el espíritu de esclavitud, para obrar de nuevo por temor, sino que recibisteis el espíritu de filiación, en virtud del cual clamamos: ¡Abba! (esto es), Padre.

8:16  El mismo Espíritu da testimonio, juntamente con el espíritu nuestro, de que somos hijos de Dios.

8:17  Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos de Cristo, si es que sufrimos juntamente (con Él ), para ser también glorificados (con Él).

8:18  Estimo, pues que esos padecimientos del tiempo presente no son dignos de ser comparados con la gloria venidera que ha de manifestarse en nosotros.

8:19  La creación está aguardando con ardiente anhelo esa manifestación de los hijos de Dios;

8:20  pues si la creación está sometida a la vanidad, no es de grado, sino por la voluntad de aquel que la sometió; pero con esperanza,

8:21  porque también la creación misma será libertada de la servidumbre de la corrupción para (participar de) la libertad de la gloria de los hijos de Dios.

8:22  Sabemos, en efecto, que ahora la creación entera gime a una, y a una está en dolores de parto.

8:23  Y no tan solo ella, sino que asimismo nosotros, los que tenemos las primicias del Espíritu, también gemimos en nuestro interior, aguardando la filiación, la redención de nuestro cuerpo.

8:24  Porque en la esperanza hemos sido salvados; mas la esperanza que se ve, ya no es esperanza; porque lo que uno ve, ¿cómo lo puede esperar?

8:25  Si, pues, esperamos lo que no vemos, esperamos en paciencia.

8:26  De la misma manera también el Espíritu ayuda a nuestra flaqueza; porque no sabemos qué orar según conviene, pero el Espíritu está intercediendo Él mismo por nosotros con gemidos que son inexpresables.

8:27  Mas Aquel que escudriña los corazones sabe cuál es el sentir del Espíritu, porque Este intercede por los santos conforme a la voluntad de Dios.

8:28  Sabemos, además, que todas las cosas cooperan para el bien de los que aman a Dios, de los que son llamados según su designio.

8:29  Porque Él, a los que preconoció, los predestinó a ser conformes a la imagen de su Hijo, para que Este sea el primogénito entre muchos hermanos.

8:30  Y a esos que predestinó, también los llamó; y a esos que llamó, también los justificó; y a esos que justificó, también los glorificó.

8:31  Y a esto ¿qué diremos ahora? Si Dios está por nosotros, ¿quién contra nosotros?

8:32  El que aun a su propio Hijo no perdonó, sino que le entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará gratuitamente todas las cosas con Él?

8:33  ¿Quién podrá acusar a los escogidos de Dios? Siendo Dios el que justifica,

8:34  ¿quién podrá condenar? Pues Cristo Jesús, el mismo que murió, más aún, el que fue resucitado, está a la diestra de Dios. Ese es el que intercede por nosotros.

8:35  ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿la tribulación, la angustia, la persecución, el hambre, la desnudez, el peligro, la espada?

8:36  según está escrito: “Por la causa tuya somos muertos cada día, considerados como ovejas destinadas al matadero”.

8:37  Mas en todas estas cosas triunfamos gracias a Aquel que nos amó.

8:38  Porque persuadido estoy de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni cosas presentes, ni cosas futuras, ni potestades,

8:39  ni altura, ni profundidad, ni otra creatura alguna podrá separarnos del amor de Dios, que está en Cristo Jesús nuestro Señor.

Chapter 9

9:1  Digo verdad en Cristo, dándome testimonio mi conciencia en el Espíritu Santo, de que no miento:

9:2  siento tristeza grande y continuo dolor en mi corazón.

9:3  Porque desearía ser yo mismo anatema de Cristo por mis hermanos, deudos míos según la carne,

9:4  los israelitas, de quienes es la filiación, la gloria, las alianzas, la entrega de la Ley, el culto y las promesas;

9:5  cuyos son los padres, y de quienes, según la carne, desciende Cristo, que es sobre todas las cosas, Dios bendito por los siglos. Amén.

9:6  No es que la palabra de Dios haya quedado sin efecto; porque no todos los que descienden de Israel, son Israel;

9:7  ni por el hecho de ser del linaje de Abrahán, son todos hijos; sino que “en Isaac será llamada tu descendencia”.

9:8  Esto es, no los hijos de la carne son hijos de Dios, sino que los hijos de la promesa son los considerados como descendencia.

9:9  Porque esta fue la palabra de la promesa: “Por este tiempo volveré, y Sara tendrá un hijo”.

9:10  Y así sucedió no solamente con Sara, sino también con Rebeca, que concibió de uno solo, de Isaac nuestro Padre.

9:11  Pues, no siendo aún nacidos (los hijos de ella), ni habiendo aún hecho cosa buena o mala —para que el designio de Dios se cumpliese, conforme a su elección, no en virtud de obras sino de Aquel que llama—

9:12  le fue dicho a ella: “El mayor servirá al menor”;

9:13  según está escrito: “A Jacob amé, mas aborrecí a Esaú”.

9:14  ¿Qué diremos, pues? ¿Qué hay injusticia por parte de Dios? De ninguna manera.

9:15  Pues Él dice a Moisés: “Tendré misericordia de quien Yo quiera tener misericordia, y me apiadaré de quien Yo quiera apiadarme”.

9:16  Así que no es obra del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia.

9:17  Porque la Escritura dice al Faraón: “Para esto mismo Yo te levanté, para ostentar en ti mi poder y para que mi nombre sea anunciado en toda la tierra”.

9:18  De modo que de quien Él quiere, tiene misericordia; y a quien quiere, le endurece.

9:19  Pero me dirás: ¿Y por qué entonces vitupera? Pues ¿quién puede resistir a la voluntad de Él?

9:20  Oh, hombre, ¿quién eres tú que pides cuentas a Dios? ¿Acaso el vaso dirá al que lo modeló: “¿Por qué me has hecho así?”

9:21  ¿O es que el alfarero no tiene derecho sobre el barro, para hacer de la misma masa un vaso para honor y otro para uso vil?

9:22  ¿Qué, pues, si Dios, queriendo manifestar su ira y dar a conocer su poder, sufrió con mucha longanimidad los vasos de ira, destinados a perdición,

9:23  a fin de manifestar las riquezas de su gloria en los vasos de misericordia, que Él preparó de antemano para gloria,

9:24  a saber, nosotros, a los cuales Él llamó, no solo de entre los judíos, sino también de entre los gentiles?

9:25  Como también dice en Oseas: “Llamaré pueblo mío al que no es mi pueblo, y amada a la no amada.

9:26  Y sucederá que en el lugar donde se les dijo: No sois mi pueblo, allí mismo serán llamados hijos del Dios vivo”.

9:27  También Isaías clama sobre Israel: “Aun cuando el número de los hijos de Israel fuere como las arenas del mar, solo un resto será salvo;

9:28  porque el Señor hará su obra sobre la tierra rematando y cercenando”.

9:29  El mismo Isaías ya antes había dicho: “Si el Señor de los ejércitos no nos hubiera dejado una semilla, habríamos venido a ser como Sodoma y asemejados a Gomorra”.

9:30  ¿Qué diremos en conclusión? Que los gentiles, los cuales no andaban tras la justicia, llegaron a la justicia, a la justicia que nace de la fe;

9:31  mas Israel, que andaba tras la Ley de la justicia, no llegó a la Ley.

9:32  ¿Por qué? Porque no (la buscó) por la fe, sino como por obras, y así tropezaron en la piedra de tropiezo;

9:33  como está escrito: “He aquí que pongo en Sión una piedra de escándalo, y peñasco de tropiezo; y el que creyere en Él no será confundido”.

Chapter 10

10:1  Hermanos, el deseo de mi corazón y la súplica que elevo a Dios, es en favor de ellos para que sean salvos.

10:2  Porque les doy testimonio de que tienen celo por Dios, pero no según el conocimiento;

10:3  por cuanto ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia, no se sometieron a la justicia de Dios;

10:4  porque el fin de la Ley es Cristo para justicia a todo el que cree.

10:5  Pues Moisés escribe de la justicia que viene de la Ley, que “el hombre que la practicare vivirá por ella”.

10:6  Mas la justicia que viene de la fe, habla así: “No digas en tu corazón: ¿Quién subirá al cielo? —esto es, para bajarlo a Cristo—

10:7  o ¿quién descenderá al abismo?” —esto es, para hacer subir a Cristo de entre los muertos—.

10:8  ¿Mas qué dice? “Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón”; esto es, la palabra de la fe que nosotros predicamos.

10:9  Que si confesares con tu boca a Jesús como Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le resucitó de entre los muertos, serás salvo;

10:10  porque con el corazón se cree para justicia, y con la boca se confiesa para salud.

10:11  Pues la Escritura dice: “Todo aquel que creyere en Él, no será confundido”.

10:12  Puesto que no hay distinción entre judío y griego; uno mismo es el Señor de todos, rico para todos los que le invocan.

10:13  Así que “todo el que invocare el nombre del Señor será salvo”.

10:14  Ahora bien, ¿cómo invocarán a Aquel en quien no han creído? Y ¿cómo creerán en Aquel de quien nada han oído? Y ¿cómo oirán, sin que haya quien predique?

10:15  Y ¿cómo predicarán, si no han sido enviados? según está escrito: “¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian cosas buenas!”

10:16  Pero no todos dieron oído a ese Evangelio. Porque Isaías dice: “Señor, ¿quién ha creído a lo que nos fue anunciado?”

10:17  La fe viene, pues, del oír, y el oír por la palabra de Cristo.

10:18  Pero pregunto: ¿Acaso no oyeron? Al contrario. “Por toda la tierra sonó su voz, hasta los extremos del mundo sus palabras”.

10:19  Pregunto además: ¿Por ventura Israel no entendió? Moisés, el primero, ya dice: “Os haré tener celos de una que no es nación, os haré rabiar contra una gente sin seso”.

10:20  E Isaías se atreve a decir: “Fui hallado de los que no me buscaban; vine a ser manifiesto a los que no preguntaban por Mí”.

10:21  Mas acerca de Israel dice: “Todo el día he extendido mis manos hacia un pueblo desobediente y rebelde”.

Chapter 11

11:1  Pregunto entonces: ¿Ha desechado Dios a su pueblo? No, ciertamente, puesto que yo también soy israelita, del linaje de Abrahán, de la tribu de Benjamín.

11:2  No ha desechado Dios a su pueblo, al cual preconoció. ¿Acaso no sabéis lo que la Escritura dice de Elías?, cómo él arguye con Dios contra Israel:

11:3  “Señor, ellos han dado muerte a tus profetas, han destruido tus altares; y yo he quedado solo, y ellos buscan mi vida”.

11:4  Mas ¿qué le dice la respuesta divina?: “Reservado me he siete mil hombres, que no han doblado la rodilla ante Baal”.

11:5  Así también en el tiempo presente ha quedado un resto según elección gratuita.

11:6  Y si es por gracia, ya no es por obras; de otra manera la gracia dejaría de ser gracia.

11:7  ¿Qué, pues? Que lo que Israel busca, eso no lo alcanzó; pero los escogidos lo alcanzaron, mientras que los demás fueron endurecidos;

11:8  según está escrito: “Dioles Dios un espíritu de aturdimiento, ojos para no ver, y oídos para no oír, hasta el día de hoy”.

11:9  Y David dice: “Conviértase su mesa en lazo y trampa, en tropiezo y en justo pago;

11:10  oscurézcanseles sus ojos para que no vean, y doblégales, tú, siempre la espalda”.

11:11  Ahora digo: ¿Acaso tropezaron para que cayesen? Eso no; sino que por la caída de ellos vino la salud a los gentiles para excitarlos (a los judíos) a emulación.

11:12  Y si la caída de ellos ha venido a ser la riqueza del mundo, y su disminución la riqueza de los gentiles, ¿cuánto más su plenitud?

11:13  A vosotros, pues, los gentiles, lo digo —en tanto que soy yo apóstol de los gentiles, honro mi ministerio—

11:14  por si acaso puedo provocar a celos a los de mi carne y salvar a algunos de ellos.

11:15  Pues si su repudio es reconciliación del mundo, ¿qué será su readmisión sino vida de entre muertos?

11:16  Que si las primicias son santas, también lo es la masa; y si la raíz es santa, también lo son las ramas.

11:17  Y si algunas de las ramas fueron desgajadas, y tú siendo acebuche, has sido ingerido en ellas, y hecho partícipe con ellas de la raíz y de la grosura del olivo,

11:18  no te engrías contra las ramas; que si te engríes (sábete que), no eres tú quien sostienes la raíz, sino la raíz a ti.

11:19  Pero dirás: Tales ramas fueron desgajadas para que yo fuese injertado.

11:20  Bien, fueron desgajadas a causa de su incredulidad, y tú, por la fe, estás en pie. Mas no te engrías, antes teme.

11:21  Que si Dios no perdonó a las ramas naturales, tampoco a ti perdonará.

11:22  Considera, pues, la bondad y la severidad de Dios: para con los que cayeron, la severidad; mas para contigo, la bondad de Dios, si es que permaneces en esa bondad; de lo contrario, tú también serás cortado.

11:23  Y en cuanto a ellos, si no permanecieren en la incredulidad, serán injertados, pues poderoso es Dios para injertarlos de nuevo.

11:24  Porque si tú fuiste cortado de lo que por naturaleza era acebuche, y contra naturaleza injertado en el olivo bueno, ¿cuánto más ellos, que son las ramas naturales, serán injertados en el propio olivo?

11:25  No quiero que ignoréis, hermanos, este misterio —para que no seáis sabios a vuestros ojos—: el endurecimiento ha venido sobre una parte de Israel hasta que la plenitud de los gentiles haya entrado;

11:26  y de esta manera todo Israel será salvo; según está escrito: “De Sión vendrá el Libertador; Él apartará de Jacob las iniquidades;

11:27  y esta será mi alianza con ellos, cuando Yo quitare sus pecados”.

11:28  Respecto del Evangelio, ellos son enemigos para vuestro bien, mas respecto de la elección, son amados a causa de los padres.

11:29  Porque los dones y la vocación de Dios son irrevocables.

11:30  De la misma manera que vosotros en un tiempo erais desobedientes a Dios, mas ahora habéis alcanzado misericordia, a causa de la desobediencia de ellos,

11:31  así también ellos ahora han sido desobedientes, para que con motivo de la misericordia (concedida) a vosotros, a su vez alcancen misericordia.

11:32  Porque a todos los ha encerrado Dios dentro de la desobediencia, para poder usar con todos de misericordia.

11:33  ¡Oh, profundidad de la riqueza, de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán inescrutables son sus juicios, y cuán insondables sus caminos!

11:34  Porque ¿quién ha conocido el pensamiento del Señor? O ¿quién ha sido su consejero?

11:35  O ¿quién le ha dado primero, para que en retorno se le dé pago?

11:36  Porque de Él, y por Él, y para Él son todas las cosas. A Él sea la gloria por los siglos. Amén.

Chapter 12

12:1  Os ruego, hermanos, por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios (en un) culto espiritual vuestro.

12:2  Y no os acomodéis a este siglo, antes transformaos, por la renovación de vuestra mente, para que experimentéis cuál sea la voluntad de Dios, que es buena y agradable y perfecta.

12:3  Porque, en virtud de la gracia que me fue dada, digo a cada uno de entre vosotros, que no sienta de sí más altamente de lo que debe sentir, sino que rectamente sienta según la medida de la fe que Dios a cada cual ha dado.

12:4  Pues así como tenemos muchos miembros en un solo cuerpo, y no todos los miembros tienen la misma función,

12:5  del mismo modo los que somos muchos, formamos un solo cuerpo en Cristo, pero en cuanto a cada uno somos recíprocamente miembros.

12:6  Y tenemos dones diferentes conforme a la gracia que nos fue dada, ya de profecía (para hablar) según la regla de la fe;

12:7  ya de ministerio, para servir; ya de enseñar, para la enseñanza;

12:8  ya de exhortar, para la exhortación. El que da, (hágalo) con liberalidad; el que preside, con solicitud; el que usa de misericordia, con alegría.

12:9  El amor sea sin hipocresía. Aborreced lo que es malo, apegaos a lo que es bueno.

12:10  En el amor a los hermanos sed afectuosos unos con otros; en cuanto al honor, daos preferencia mutuamente.

12:11  En la solicitud, no seáis perezosos; en el espíritu sed fervientes; para el Señor sed servidores;

12:12  alegres en la esperanza, pacientes en la tribulación, perseverantes en la oración;

12:13  partícipes en las necesidades de los santos; solícitos en la hospitalidad.

12:14  Bendecid a los que os persiguen; bendecid, y no maldigáis.

12:15  Gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran.

12:16  Tened el mismo sentir, unos con otros. No fomentéis pensamientos altivos, sino acomodaos a lo humilde. No seáis sabios a vuestros ojos.

12:17  No devolváis a nadie mal por mal; procurad hacer lo bueno ante todos los hombres.

12:18  Si es posible, en cuanto de vosotros depende, vivid en paz con todos los hombres.

12:19  No os venguéis por vuestra cuenta, amados míos, sino dad lugar a la ira (de Dios), puesto que escrito está: “Mía es la venganza; Yo haré justicia, dice el Señor”.

12:20  Antes por el contrario, “si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber; pues esto haciendo amontonarás ascuas de fuego sobre su cabeza”.

12:21  No te dejes vencer por el mal, sino domina al mal con el bien.

Chapter 13

13:1  Todos han de someterse a las potestades superiores; porque no hay potestad que no esté bajo Dios, y las que hay han sido ordenadas por Dios.

13:2  Por donde el que resiste a la potestad, resiste a la ordenación de Dios; y los que resisten se hacen reos de juicio.

13:3  Porque los magistrados no son de temer para las obras buenas, sino para las malas. ¿Quieres no tener que temer a la autoridad? Obra lo que es bueno, y tendrás de ella alabanza;

13:4  pues ella es contigo ministro de Dios para el bien. Mas si obrares lo que es malo, teme; que no en vano lleva la espada; porque es ministro de Dios, vengador, para (ejecutar) ira contra aquel que obra el mal.

13:5  Por tanto es necesario someterse, no solamente por el castigo, sino también por conciencia.

13:6  Por esta misma razón pagáis también tributos; porque son ministros de Dios, ocupados asiduamente en este asunto.

13:7  Pagad a todos lo que les debéis: a quien tributo, tributo; a quien impuesto, impuesto; a quien temor, temor; a quien honor, honor.

13:8  No tengáis con nadie deuda sino el amaros unos a otros; porque quien ama al prójimo, ha cumplido la Ley.

13:9  Pues aquello de: “No cometerás adulterio; no matarás; no hurtarás; no codiciarás”; y cualquier otro mandamiento que haya, en esta palabra se resume: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.

13:10  El amor no hace mal al prójimo. Por donde el amor es la plenitud de la Ley.

13:11  Y (obrad) esto, conociendo el tiempo, que ya es hora de levantaros del sueño; porque ahora la salvación está más cerca de nosotros que cuando abrazamos la fe.

13:12  La noche está avanzada, y el día está cerca; desechemos por tanto las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de luz.

13:13  Andemos como de día, honestamente, no en banquetes y borracheras, no en lechos y lascivias, no en contiendas y rivalidades;

13:14  antes bien, vestíos del Señor Jesucristo y no os preocupéis de servir a la carne en orden a sus concupiscencias.

Chapter 14

14:1  Pero al que es débil en la fe, acogedlo sin entrar en disputas sobre opiniones.

14:2  Hay quien tiene fe para comer de todo, mientras el que es débil (de fe) come hierbas.

14:3  El que come, no menosprecie al que no come; y el que no come, no juzgue al que come, porque Dios le ha acogido.

14:4  ¿Quién eres tú para juzgar al siervo ajeno? Para su propio señor está en pie o cae. Será sostenido en pie, porque poderoso es el Señor para sostenerlo.

14:5  Hay quien distingue entre día y día; y hay quien estima (iguales) todos los días. Cada cual abunde en su sentido.

14:6  El que se preocupa del día, lo hace para el Señor; y el que come, para el Señor come, pues a Dios da gracias; y el que no come, para el Señor no come, y da gracias a Dios.

14:7  Porque ninguno de nosotros vive para sí, ni nadie muere para sí;

14:8  que si vivimos, vivimos para el Señor; y si morimos, morimos para el Señor. Luego, sea que vivamos, sea que muramos, del Señor somos.

14:9  Porque para esto Cristo murió y volvió a la vida, para ser Señor así de los muertos como de los vivos.

14:10  Tú pues, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú también ¿por qué desprecias a tu hermano? Que todos hemos de comparecer ante el tribunal de Cristo;

14:11  pues escrito está: “Vivo Yo, dice el Señor, que ante Mí se doblará toda rodilla, y toda lengua ensalzará a Dios”.

14:12  De manera que cada uno de nosotros ha de dar a Dios cuenta de sí mismo.

14:13  Por tanto no nos juzguemos ya más unos a otros; al contrario, juzgad mejor no causar al hermano tropiezo o escándalo.

14:14  Bien sé, y estoy persuadido en el Señor Jesús, que nada es de suyo inmundo; mas para el que estima ser inmunda una cosa, para ese lo es.

14:15  Si a causa de tu comida tu hermano se contrista, tu proceder ya no es conforme a la caridad. No hagas se pierda por tu comida aquel por quien Cristo murió.

14:16  No sea, pues, vuestro bien ocasión de blasfemia.

14:17  Porque el reino, de Dios no consiste en comer y beber, sino en justicia y paz y gozo en el Espíritu Santo.

14:18  Por lo cual, quien en estas cosas sirve a Cristo, es agradable a Dios y probado ante los hombres.

14:19  Así pues, sigamos las cosas que contribuyen a la paz y a la mutua edificación.

14:20  No anules la obra de Dios por causa de una comida. Todo, en verdad, es limpio; sin embargo, es malo para el hombre que come con escándalo.

14:21  Bueno es no comer carne, ni beber vino, ni (hacer cosa alguna) en que tu hermano tropiece [o se escandalice, o se debilite].

14:22  Aquella fe que tú tienes, guárdala para contigo delante de Dios. Bienaventurado aquel que en lo que aprueba no se condena a sí mismo.

14:23  Mas el que tiene dudas, si come, es condenado, porque no obra según fe, y todo lo que no procede de fe, es pecado.

Chapter 15

15:1  Los fuertes debemos soportar las flaquezas de los débiles y no complacernos a nosotros mismos.

15:2  Cada uno de nosotros procure agradar a su prójimo, en lo que es bueno, para edificarlo.

15:3  Porque tampoco Cristo complaciose a sí mismo; antes bien, según está escrito: “Los oprobios de los que te vituperaban cayeron sobre mí”.

15:4  Pues todo lo que antes se escribió, fue escrito para nuestra enseñanza, a fin de que tengamos la esperanza mediante la paciencia y la consolación de las Escrituras.

15:5  El Dios de la paciencia y de la consolación os conceda un unánime sentir entre vosotros según Cristo Jesús,

15:6  para que con un mismo corazón y una sola boca glorifiquéis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo.

15:7  Seos mutuamente favorables, así como Cristo lo fue con vosotros para gloria de Dios.

15:8  Porque digo que Cristo se hizo ministro de la circuncisión en pro de la fidelidad de Dios, para confirmar las promesas dadas a los padres,

15:9  y para que a su vez los gentiles glorifiquen a Dios por su misericordia; como está escrito: “Por eso te ensalzaré entre los gentiles y cantaré a tu nombre”.

15:10  Y otra vez dice: “Alegraos, gentiles, con su pueblo”.

15:11  Y asimismo: “Alabad al Señor, todos los gentiles, y alábenle todos los pueblos”.

15:12  Y otra vez dice Isaías: “Aparecerá la raíz de Jesé, y El que se levantará para gobernar a las naciones; en Él esperarán las gentes”.

15:13  El Dios de la esperanza os colme de todo gozo y paz en la fe, para que abundéis en esperanza por la virtud del Espíritu Santo.

15:14  Yo también, hermanos míos, con respecto a vosotros, persuadido estoy de que igualmente estáis llenos de bondad, llenos de todo conocimiento, capaces también de amonestaros unos a otros.

15:15  Con todo os he escrito un poco atrevidamente en cierto sentido, como para refrescaros la memoria, en virtud de la gracia que me fue dada por Dios,

15:16  de ser ministro de Cristo Jesús entre los gentiles, ejerciendo el ministerio del Evangelio de Dios, para que la oblación de los gentiles sea acepta, siendo santificada por el Espíritu Santo.

15:17  Tengo, pues, esta gloria en Cristo Jesús, en las cosas que son de Dios.

15:18  Porque no me atreveré a hablar de ninguna cosa que no haya hecho Cristo por medio de mí en orden a la obediencia de los gentiles, por palabra y por obra,

15:19  mediante la virtud de señales y maravillas, y en el poder del Espíritu de Dios, de modo que desde Jerusalén y sus alrededores, hasta el Ilírico he anunciado cumplidamente el Evangelio de Cristo;

15:20  empeñándome de preferencia en no predicar la buena Nueva en donde era conocido ya el nombre de Cristo, para no edificar sobre fundamento ajeno;

15:21  sino antes, según está escrito: “Verán los que no habían recibido noticias de Él, y entenderán los que nada habían oído”.

15:22  Esto principalmente me ha impedido llegar a vosotros.

15:23  Mas ahora, no teniendo ya campo en estos países, y anhelando desde hace muchos años ir a vosotros,

15:24  espero veros de paso cuando me dirija a España, y ser encaminado por vosotros hacia allá, después de haber disfrutado un poco de vosotros.

15:25  Por de pronto parto para Jerusalén para servir a los santos.

15:26  Porque Macedonia y Acaya han tenido a bien hacer una colecta para los pobres de entre los santos que están en Jerusalén.

15:27  Así les pareció bien, y son realmente deudores suyos; porque si los gentiles han participado de los bienes espirituales de ellos, deben también servirles con los bienes materiales.

15:28  Una vez cumplido esto y entregádoles este fruto, pasando por vosotros iré a España.

15:29  Y sé que yendo a vosotros, iré con la plenitud de la bendición de Cristo.

15:30  Entretanto os ruego, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo, y por el amor del Espíritu, que luchéis conmigo orando a Dios por mí,

15:31  para que sea librado de los incrédulos en Judea, y para que mi socorro para Jerusalén sea grato a los santos.

15:32  De este modo, por la voluntad de Dios, llegaré (a vosotros) con gozo y me recrearé juntamente con vosotros.

15:33  El Dios de la paz sea con todos vosotros. Amén.

Chapter 16

16:1  Os recomiendo a nuestra hermana Febe, que es diaconisa de la Iglesia de Cencrea,

16:2  para que la recibáis en el Señor, como conviene a los santos, y la ayudéis en cualquier asunto en que necesitare de vosotros; pues ella también ha ayudado a muchos y a mí mismo.

16:3  Saludad a Prisca y a Aquila, mis colaboradores en Cristo Jesús,

16:4  los cuales por mi vida expusieron sus propias cabezas y a quienes no solo doy gracias yo, sino también todas las Iglesias de los gentiles;

16:5  y (saludad) a la Iglesia que está en su casa. Saludad a Epeneto, amado mío, primicias del Asia para Cristo.

16:6  Saludad a María, que ha trabajado mucho por vosotros.

16:7  Saludad a Andrónico y a Junias, mis parientes y compañeros de prisión, que son muy estimados entre los apóstoles y que creyeron en Cristo antes que yo.

16:8  Saludad a Ampliato, mi amado en el Señor.

16:9  Saludad a Urbano, nuestro colaborador en Cristo, y a Estaquis, amado mío.

16:10  Saludad a Apeles, probado en Cristo. Saludad a los que son de la casa de Aristóbulo.

16:11  Saludad a Herodión, mi pariente. Saludad a los de la casa de Narciso, que son en el Señor.

16:12  Saludad a Trifena y a Trifosa, que trabajan en el Señor. Saludad a la amada Pérsida, que ha trabajado mucho en el Señor.

16:13  Saludad a Rufo, escogido en el Señor, y a su madre, que también lo es mía.

16:14  Saludad a Asíncrito, a Flegonte, a Hermes, a Patrobas, a Hermas y a los hermanos que están con ellos.

16:15  Saludad a Filólogo y a Julia, a Nereo y a su hermana, y a Olimpas, y a todos los santos que están con ellos.

16:16  Saludaos unos a otros en ósculo santo. Os saludan todas las Iglesias de Cristo.

16:17  Os exhorto, hermanos, que observéis a los que están causando las disensiones y los escándalos, contrarios a la enseñanza que habéis aprendido, y que os apartéis de ellos;

16:18  porque los tales no sirven a nuestro Señor Cristo, sino al propio vientre, y con palabras melosas y bendiciones embaucan los corazones de los sencillos.

16:19  Vuestra obediencia (a la fe) es ya conocida de todos. Me alegro, pues, por vosotros; mas deseo que seáis sabios para lo que es bueno, y simples para lo que es malo.

16:20  Y el Dios de la paz aplastará en breve a Satanás bajo vuestros pies. La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vosotros.

16:21  Os saluda Timoteo, mi colaborador, como también Lucio y Jasón y Sosípatro, parientes míos.

16:22  Yo Tercio, que escribo esta epístola, os saludo en el Señor.

16:23  Os saluda Gayo, el hospedador mío y de toda la Iglesia. Os saludan Erasto, tesorero de la ciudad, y el hermano Cuarto. [

16:24  La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Amén.]

16:25  A Aquel que puede confirmaros, según mi Evangelio y la predicación de Jesucristo, según la revelación del misterio oculto desde tiempos eternos,

16:26  pero manifestado ahora a través de las escrituras de los profetas, por disposición del eterno Dios, (siendo) notificado a todos los gentiles para obediencia de fe —

16:27  a Dios el solo Sabio, sea la gloria por Jesucristo, por los siglos de los siglos. Amén.